La plaza de los héroes estaba cubierta por una mancha gris que bloqueaba la poca luz que podía caer sobre Bogotá. Llovía y los familiares de los policías caídos en la guerra evocaban a sus padres, a sus hijos, a sus hermanos. Uno a uno el Presidente los fue abrazando, reconociendo su sacrificio. Cuando llegó ante Alexandra Alzate la hermana del subteniente Jorge Eliecer Alzate, asesinado por las Farc el 1 de julio del 2015, el Presidente Juan Manuel Santos se sorprendió al ver como la mujer rechazaba su abrazo. Lo intentó otra vez pero ella seguía firme; no le perdonaba la muerte de su hermano en Huila, hace dos años.
Matías Aldecoa, miembro del Estado Mayor de las Farc anunció, el 1 de julio del 2015, una ofensiva contra la fuerza pública. Ese mismo día, la familia del subteniente Jorge Eliécer Alzate Patiño le había recomendado no transitar la carretera entre Baraya y Tello. Alzate lo consideró pero la diligencia no daba espera: tenía que entregar una documentación judicial en una fiscalía local.
El oficial, convencido que nada malo podría pasar, se metió en una camioneta acompañado por el patrullero Óscar Iván Rodríguez. Mientras andaban seguramente habrá pensado en su pequeña hija de 2 meses de nacida, en su esposa, en su hermana, en su familia en Cimitarra, Santander. Habrá sentido el peligro antes de llegar a esa curva, escuchar los disparos de fusil, sentir las balas destrozando su carne.
Lo trasladaron, agonizante, al hospital Hernando Moncaleano de Neiva. El primero en morir fue el patrullero Rodríguez, después se apagó el comandante de la Policía de Baraya. A los dos días trasladaron el cuerpo Alzate a Bucaramanga y de allí lo llevaron hasta Cimitarra en donde lo enterraron. Su familia jamás volvió a creer cuando se hablaba de paz. Además, ¿de qué servía? Ya Jorge Eliecer estaba muerto.
El resentimiento enconado afloró este martes 12 de abril. Ella, su hermana, con la herida aún abierta, creyó encontrar en el Presidente Santos el culpable de los oscuros dos años que han pasado desde que murió su hermano.
