Monseñor Luis Augusto Castro, es la versión Colombiana del famoso Armand Jean du Plessis Cardenal de Richeliu de la Francia del siglo XVI.
En medio del incienso y las pasiones mortales, entre los ángeles y los demonios, pero mas cercano a éstos últimos, , hace su aparición en la escena política, emulando al célebre Cardenal Richeliu, Monseñor Luis Augusto Castro nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Colombiana, quien despotrica pública y perversamente del expresidente Alvaro Uribe, señalándolo de guerrerista, tozudo y obcecado cuando, era él ,un intermediario en la búsqueda de un acuerdo humanitario con la guerrilla de las Farc; congraciándose abierta y veladamente con el gobierno Santos y haciendo ver, malévola y cínicamente al expresidente como enemigo de la Paz. Se le olvida al Monseñor que Uribe buscaba la rendición del feroz grupo criminal, pero por sobre todo proteger la dignidad de la patria y la no entrega del Estado de Derecho y sus instituciones democráticas y políticas, como ha sucedido de manera abierta y descarada con el obnubilado y alucinado presidente Santos.
Todo el mundo supone que la Iglesia católica y sus pastores son hombres buenos, de oración, alejados del mal y cercanos a Dios, pero no puede olvidarse que también son falibles mortales que no escapan de las pasiones humanas.
¿Era guerrerista, exigir que los guerrilleros liberados de la cárcel no regresaran la agrupación armada y fueran a Francia, en caso negativo aceptar reinserción y vigilancia de la iglesia? Acaso era guerrerista exigir que se acabara con el secuestro? ¿Acaso era guerrerista una reinserción justa y ponderada, y no una total y meliflua impunidad? ¿Acaso era guerrerista exigir inmediatamente como requisito del diálogo la suspensión de los ataques y atentados? ¿Acaso era guerrerista proteger las libertades individuales y las garantías civiles e impedir la implantación de un Estado Totalitario, Castro-Chavista?, entonces yo también y millones de Colombianos de bien somos guerreristas, buena adquisición logró el gobierno, con agua bendita y todo.
No dudamos de la buena fe e ingenuidad de Monseñor, al creer en la voluntad de paz de las Farc, con él, se encuentran mas de siete millones de Colombianos ilusionados y esperanzados, ruego a Dios equivocarme, pero con pastores así, las fieras se lamen el hocico