La versión colombiana del emperador romano Nerón (que disfrutaba mientras todo ardía)

La versión colombiana del emperador romano Nerón (que disfrutaba mientras todo ardía)

Del otro Nerón, siento miedo hablar. ¡Pero el placer que produce ver arder a Colombia sobre una bestia, algún día tendrá un final, pues no hay Nerón que se escape!

Por: Stella Ramirez G.
mayo 10, 2022
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La versión colombiana del emperador romano Nerón (que disfrutaba mientras todo ardía)
Foto: Pixabay

Una noche, Nerón declaró un atroz incendio en el área del Circo Máximo, en Roma. El viento propagó rápidamente las llamas, sembrando el terror entre la población. Tras seis días interminables de devastación sin tregua se logró habilitar cerca del monte Esquilino una zona abierta para servir de cortafuegos.

Entonces se desató un segundo incendio, cuyo foco se localizaba en el barrio Emiliano, en una finca de Ofonio Tigelino, prefecto del pretorio y mano derecha de Nerón. El fuego arruinó la ciudad y dejó una estela de sospechas, que recayeron ya sobre el soberano, Nerón, ya sobre los culpables que él señaló: los cristianos. Este desastre continúa siendo, a día de hoy, uno de los episodios más conocidos de la Roma Imperial.

Tanto contemporáneos como historiadores posteriores culparon al propio emperador, al que presentaron cantando con su lira mientras contemplaba extasiado el poder devorador de las llamas. En el momento del incendio, Nerón llevaba diez años a la cabeza del Imperio. En su primera etapa de gobierno había resultado un ejemplo de respeto a las tradiciones políticas romanas, pero comenzó a derivar hacia una forma de gobierno despótico.

El episodio que originó este declive fue el asesinato de su propia madre, Agripina. No hay duda de que el incendio, ya fuera casual o intencionado, constituyó para Nerón su gran oportunidad para seguir fomentando una política orientalizante —ya que practicaba una política cada vez más personalista— y populista. Nerón no consiguió disipar las sospechas de que había sido él el causante del incendio. Era necesario buscar urgentemente a un culpable y para ello recurrió a una de las minorías religiosas llamadas entonces «sectas»: la de los cristianos o seguidores de Cristo.

Esta perversa estrategia de Nerón no parece tanto una persecución dirigida contra los cristianos por el hecho de serlo, sino más bien un intento desesperado por encontrar a alguien a quien culpar de lo ocurrido y poder alejar de sí las sospechas.

Es innegable que Colombia ha tenido sus nerones que desde algún sitio y mediante mensajes subliminales "han dado la orden". ¿Cómo olvidar el infierno en que convirtió un Pablo Escobar, a Colombia, su odio, su sed de venganza, la tradujo en muerte de muchos inocentes?

Del otro Nerón, siento mucho miedo hablar, pero lo único que sé es que, de esas fincas como la de Ofolio Tegelino de donde salen muchas órdenes, no son eternas, la maldad, venga de quien venga, tiene un hasta aquí. ¡El placer que produce ver arder a Colombia encaramado sobre una bestia, algún día tendrá un final, no cuando muchos quisiéramos, sino, cuando Dios lo decida, de Él, de Dios no hay Nerón que se escape!

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