Recién graduado de la Universidad Nacional de Colombia de veterinario Fernando Ortiz se fue en 1980 a Casanare a tener su granja. Allí duró 10 años hasta que empezaron a entrar los paramilitares a la zona. Estaba rodeado de vecinos terratenientes que habían heredado fincas que venían desde la Colonia española, entre ellos Adolfo Reyes dueño del hato San Pablo, quien fuera presidente de Fedegan. Esa hacienda tenía 130 mil hectáreas, ahora, dos décadas después, ha duplicado su extensión.
Fernando Ortiz, quien ahora vive exiliado en Canadá, se afilió a Fedegan y perteneció a la Federación de Ganaderos durante 26 años, Fedegan era el camino correcto para sentirse respaldado, al menos en ese momento. Él trabajaba en genética para crear un ganado libre en pastoreo y se lo vendía a Carulla. Era un tipo raro entre ganaderos extensivos, de 10 vacas por una hectárea, mientras él tenía una hectárea por vaca. Los ganaderos tradicionales le tenían miedo por la manera como trataba a los trabajadores, les daba un salario mínimo mientras ellos pagaban sólo un cuarto de eso. Fernando empezó a desilusionarse al ver como los ganaderos empezaron a apoyar a los paramilitares.
Pero las amenazas empezaron a llegar. Él ya vivía en Bogotá, fueron ocho años de amenazas. Nunca supo de dónde venían esas amenazas hasta que una vez agentes del CTI lo amarraron y lo secuestraron, diciéndole que lo necesitaban de un juzgado cuando era un secuestro para sacarle dinero. Con sus hijos también se metieron. Se tuvo que ir para Canadá. La embajada de ese país hizo las investigaciones del caso. Fernado Ortiz salió exiliado y desde 1998 vive en Toronto.
Cansado del comportamiento de José Félix Lafourie, Fernando Ortiz estalló en Facebook y se arrepintió de haber sido miembro de Fedegan durante casi tres décadas. Esto fue lo que dijo: "Hoy públicamente quiero manifestar mi vergüenza de haber pertenecido, hace 30 años, a esa nefasta organización llamada Fedegan. Esos mismos "ganaderos" a los cuales un día les dije que no estaba trabajando en el campo para proteger y apoyar el paramilitarismo, y que a la postre meses más tarde me obligan a irme del país, antes de aventurarme a esperar que sus amenazas se cumplieran y ser eventualmente masacrado junto a mi familia, como le ocurrió a un buen amigo mío. Esa misma organización criminal es la que hoy señala y entrega en bandeja de plata los nombres de periodistas independientes y defensores de derechos civiles, a sus escuadrones de matones oficiales y semi-oficiales."
