La ideología o la pasión está primando por encima de la razón, es lo que demuestra el paquete de reformas que ha presentado Gustavo Petro en este primer trimestre del 2023, porque reivindica luchas trasnochadas de hace 30 años que distan de la realidad del mundo actual, y parecen más una revancha que verdaderas propuestas de cambio para mejorar la vida de los colombianos.
La semana pasada el gobierno en un acto público y con la presencia del presidente quién llego con un retraso de casi 4 horas, le entregó a la ministra del trabajo Gloria Inés Ramírez la reforma laboral, quién, acto seguido, la radicó para que sea discutida en el Congreso de la República.
¿Una reforma necesaria?, por supuesto, de cada 10 colombianos empleados, 6 lo están de manera informal, la tasa de desempleo actualmente es del 13,7%, al compararnos con los países de la OCDE Colombia tiene el salario mínimo más alto en relación con el valor promedio de los sueldos pagados en la economía, en conclusión, tenemos razones de sobra para una reforma laboral.
Sin embargo, esta reforma que fue presentada, y lo reconoce el gobierno, no ataca en nada los grandes problemas en la generación de empleo, sino que le da la espalda, a los desempleados, a los jóvenes y a las mujeres de Colombia, estos dos últimos viven con mayor rigor el fenómeno del desempleo, las cifras no mienten el desempleo juvenil es del 18.2% y el de las mujeres es del 14.3%, ya que se encuentran con muchas barreras para poder emplearse debido a las rigideces que tiene la normativa laboral.
Entonces, ¿cuál debería ser la reforma laboral que combata el desempleo?, una que en primer lugar flexibilice la contratación laboral, permita trabajar por horas, y que cambie esa idea arcaica que tener trabajo es igual a estar sentado de lunes a viernes de 8 a 5 PM, el mundo cambió hace rato, lamentablemente, para la ministra y los sindicalistas que redactaron la reforma, no, ellos se quedaron en 1980.
En segundo lugar, se debe acabar con el salario mínimo, varios economistas e investigadores en temas laborales como Luis Arango y Luz Flórez han señalado en diversos trabajos que el salario mínimo es uno de los determinantes fundamentales del desempleo estructural, variable que en Colombia ha rondado el 10%, una de las más altas en Latinoamérica.
En ese mismo sentido se podrían proponer salarios diferenciales, Roberto Steiner actual codirector del Banco de La República, en el 2019 en el congreso de Asofondos como investigador de Fedesarrollo habló en favor de la necesidad de implementar salarios por actividades económicas mencionando que “Hay un desacople entre el salario mínimo y la productividad del trabajador colombiano”.
Las ideas para generar empleo existen, ojalá que el Congreso de la República, no se rinda ante la presión de los sindicatos y los sindicalizados, que tan solo representan el 2% de los empleados de Colombia, sino que miren a la gran mayoría de los colombianos (empleados y desempleados) quienes esperan que su políticos les mejoren la vida y no que se la compliquen.
