Recientemente el medio de comunicación Valora Analitik, en una de sus publicaciones titula una frase de Leonardo Villar gerente general del Banco de la República, en donde este señala que “2024 será el cuarto año en que no cumpliremos la meta de inflación” (ver aquí).
A primera vista no hay nada de malo en el titular, pues se está mencionando textualmente las palabras del gerente, las cuales están soportadas en las proyecciones que sobre la inflación (al cierre de 2024) ha realizado el equipo técnico del emisor.
No obstante, al tratarse de un medio centrado en asuntos económicos, resulta bastante diciente que la publicación omite la explicación del por qué en 2024 no se logrará la meta de inflación.
En otras palabras, se suprime que el no logro de la meta inflacionaria se explica principalmente porque el gobierno Petro se vio en la necesidad de realizar ajustes en el precio de la gasolina, los cuales presionaron al alza en aproximadamente un 2% el incremento del IPC.
Lo anterior, producto del congelamiento en los precios de los combustibles que se dio durante 2021-2022 y que como lo reconoció el mismo gerente del Banrep: fue una mala decisión (ver aquí).
Igualmente, algunas publicaciones en el diario La Republica (LR) contribuyen a esa falta de rigor tan presente en las discusiones que se dan en redes sociales. El ejemplo aquí es una publicación en la cual se señala que “Fuera de Argentina y Venezuela, Colombia tuvo la inflación más alta al cierre de marzo” (ver aquí).
En este caso lo diciente es que el titular soslaya un par de cosas. En primer lugar, que el gobierno Petro recibió una inflación anualizada del 10,21% con tendencia al alza. Segundo, que la inflación que más ha descendido ha sido la de alimentos y esto claramente producto de políticas que el gobierno ha realizado y que han inducido al aumento del ritmo desinflacionario.
Más exactamente, el subsidio a los precios de los fertilizantes (ver aquí), las pólizas a los pequeños y medianos productores (ver aquí), la compra de tierras para entregarlas a los campesinos y la invitación que el gobierno realizo al Banco Agrario para que este disminuyera su tasa de interés (ver aquí), ha contribuido sobremanera a una mayor oferta de alimentos y en consecuencia a menores precios.
Máxime, cuando la revaluación del peso colombiano ha provocado desacelerar el pass-through inflacionario al que se llegó a finales de 2022 cuando la tasa de cambio (nominal) provoco vía importación incrementos significativos de precios (véase aquí).
Pese a lo anterior, es rescatable que LR en esa publicación haga mención a un análisis que ha suscitado bastante debate y es el que esta relacionado con la tardanza por parte del Banrep en subir tasas de interés. Concretamente, la publicación consigna las palabras de Theodore Kahn (director para la Región Andina de Control Risks), quien advierte al igual que otros analistas (aquí y aquí) que en Colombia el proceso desinflacionario ha sido más largo y más lento producto de que el Banco de República se demoró más que sus pares de Chile, Brasil y México para empezar a subir las tasas de interés (véase la justificación de 2 codirectores del Banrep aquí).
Por último, podríamos adicionar que la criticas que se realizan desde medios de comunicación en lo referente al tema de la inflación, desestiman análisis y estudios menos ortodoxos y bastante técnicos como los que ha presentado el MinHacienda (ver aquí y aquí) cuando adjudican que la inflación se explica por las utilidades de las firmas (para ver tales cuestionamientos ver aquí, aquí y aquí).
En conclusión, estamos asistiendo por primera vez en la historia a un escenario en donde los medios de comunicación tradicionales se han convertido en la verdadera oposición política. Se trata de un suceso que es lamentable para el periodismo, pero al mismo tiempo devela que el gobierno que muchos calificaban anticipadamente que sería dictatorial, ha resultado ser profundamente respetuoso con la prensa.
Decimos que es lamentable un periodismo con una postura de oposición, no porque este tenga que asumir una posición gobiernista, sino más bien, porque como ya lo hemos descrito, deja ver hay una intencionalidad desinformativa que busca dejar en el imaginario de la gente que el gobierno de Gustavo Petro y en definitiva la izquierda “no sabe gobernar”.