La verdadera historia de Amaranta Hank

La verdadera historia de Amaranta Hank

En la Universidad donde estudió la miraban por encima del hombro. El diario de la ciudad escribió contra ella. Se repuso a todo y hoy es mucho más que una estrella porno

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febrero 13, 2018
La verdadera historia de Amaranta Hank

La conocí en Cúcuta en el 2013. Era la coordinadora de la Feria del Libro. Nunca fue boba, siempre fue bonita. Las mujeres que la rodeaban le tenían envidia. Todavía era estudiante de Comunicación Social de la Universidad de Pamplona. Si hubiera tenido profesores inteligentes, inspiradores, se habrían dado cuenta que Alejandra Omaña tenía potencial. Vivía en la Divina Pastora, un barrio sumido en la pobreza y en la violencia que han minado a Villa del Rosario en los últimos 50 años. Vivía con su mamá en una casa de bahareque y solar amplio. Ella, como pudo, construyó un apartamento de una sola pieza en un terreno que había al lado. Con Renson Said, su gran amigo, eran tal vez los dos únicos jóvenes que tenían algún tipo de contacto con la elite literaria bogotana. Daniel Samper Ospina siempre creyó en ella, al igual que el periodista Francisco Escobar, entonces editor de Las 2 orillas. Gracias a la gestión de ellos la Feria del libro de Cúcuta vivió su esplendor máximo entre el 2013 y el 2015.

Todavía me acuerdo la campaña que le hicieron en su contra en redes por una columna en el blog que tenía en Soho y que tituló El cucuteño promedio, una descarnada y acertada radiografía de sus paisanos. La reacción que tuvieron los cucuteños ante la publicación justificó el escrito. En Facebook más de un irresponsable promovía que le quemaran la cara con ácido. Figuritas de pacotilla de la farzándula cucuteña, como Juan Manuel Correal, el triste Papuchis y Andrea Guerrero, promovían el matoneo y se sentían orgullosos por haber nacido allí. La Universidad de Pamplona, en vez de apoyarla, de reconocerle que era la única de sus alumnos que podía escribir en un medio nacional, decidió darle la espalda. Los profesores se burlaban de ella y sus compañeros la criticaban a sus espaldas. El Diario La Opinión, apuntándole al pupulismo, escribió un artículo en donde prácticamente se justificaba el odio que despertaba en la ciudad una joven de 20 años que lo único malo que había hecho era decir la verdad.

En febrero del 2015 la vida de Alejandra Omaña cambió para siempre. Apareció como portada de Soho luciendo una camiseta del Cúcuta. A partir de allí se convirtió en una celebridad nacional. Su columna en la revista se disparó. Se vino a vivir a Bogotá. Puso un restaurante italiano con una amiga en Chapinero. No creo que le haya ido bien pero, al poco tiempo, salió su primer video porno y ya no se llamaba Alejandra Omaña sino Amaranta Hank, en honor a García Márquez y a Bukowsky, su ídolo.

Mientras en todo el país la respetan y la invitan a hablar en universidades, en Cúcuta sigue siendo resistida. En redes tengo a más de un envidioso que, cada vez que puede, le grita su desprecio a la cucuteña más celebre desde Leonor Duplat, única Miss Colombia que ha tenido la ciudad. A ella no se le olvida de donde salió, o si no miren el trino que publicó hoy:

 - La verdadera historia de Amaranta Hank

Amaranta vive hoy en Medellín. Hace rato no hablo con ella. Nunca fuimos grandes amigos aunque siempre le admiré la fuerza que tuvo para salir de abajo y lo agradecida que es. Su único libro publicado, una colección de relatos sobre la frontera, estuvo dedicado al periodista John Jairo Jacome, quien, según ella, “me sacó del Fango”. Hace rato no hablo con ella pero estoy seguro que extraña Cúcuta, que la ama, que ya se le olvidaron los malos momentos que le hicieron pasar en la Universidad, que no le importa que en una ciudad atestada de prepagos sigan diciendo que ella, “con su pinta de vagabunda” le da mala imagen a la autodenominada Perla del Norte.

Amaranta es una estrella que a diferencia de muchas de sus paisanas nunca necesito ser bendecida y afortunada para hacer con su vida lo que se le dio la gana.

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