El viernes en la noche la policía le dio el golpe más duro a “Caverna” Godoy, el líder de la barra más peligrosa de River Plate, Los borrachos del tablón. Allanaron las dos casas que tiene el barrista en Buenos Aires, en los sectores de San Miguel y Villa Devoto y se llevaron USD$15 mil en efectivo y 300 entradas que pensaban revender. Desde hace veinte años este porteño que se ganó su apodo por los métodos que tiene para resolver sus problemas, devenga sueldo de River Plate como si fuera un jugador más y algunos dicen que ha acumulado una fortuna de USD$2 millones llevando el terror a las canchas argentinas.
Cuando "Caverna" Godoy se enteró del allanamiento ordenó activar el plan B: desestabilizar el clásico, el partido más esperado de la historia del fútbol argentino, la final de la Copa Libertadores entre River y su odiado rival Boca Juniors. Apostó a una caterva de fanáticos conocida como los yogures que están a su mando en la esquina Lidoro Quintero, a escasos doscientos metros del estadio donde se jugaría la final. Armados de adoquines, botellas, gas pimienta y piedras se fueron con todo contra el bus que transportaba al Boca.
Al Monumental llegaron en camilla el colombiano Sebastián Villa, al uruguayo Nahitan Nández sin poder ver por culpa de los gases, al volante Pablo Pérez con el ojo hinchado y a todo el plantel tosiendo. La postura de Boca fue una sola: no había garantías para jugarse el partido. En una reunión privada dentro del estadio el ánimo estaba tan caldeado que Angelisi, presidente de Boca, y D’onofrio, su par de River, estuvieron a punto de irse a los puños. La entrada del presidente de Fifa, Gianni Infantino y el titular de la Conmebol, Alejandro Dominguez, amainaron los ánimos aunque tenían una postura que exacerbó al plantel de Boca: querían que el partido se jugara a como diera lugar.
“Que le entreguen de una vez la Copa a Boca” dijo un irascible Carlos Tévez quien es el jugador que lidera el pedido de no jugar la final y pedir los puntos en el escritorio. Mientras se decidía si el partido se jugaba o no este sábado, en los alrededores del Monumental se formaba un infierno. Los hinchas de River que no tenían entrada, aupados por "Caverna" Godoy, querían ingresar al estadio como fuera lo que obligó la intervención de la policía. Se reportaron robos y destrozos millonarios en torno a los negocios adyacentes al estadio. Como estos saqueos a los autos:
Imagínate si pagaste 5 lucas la entrada, estuviste 7 hs adentro del estadio sin poder ir ni al baño porque las escaleras estaban colapsadas por la turba de gente que se coló, suspenden el partido y cuando llegas al auto te lo encontrás así ? pic.twitter.com/uOmcq6CbKk
— Máximo Bontempo (@maximobontempo) 24 de noviembre de 2018
Mientras tanto el público que abarrotaba las gradas del Monumental empezaba a sentir pánico: la horda de fanáticos amenazaba con tomarse el estadio a como diera lugar. Por la radio seguían otra pelea, la de Mauricio Macri, presidente de la Argentina con el intendente de la ciudad de Buenos Aires. También los inquietaba saber si el partido se jugaba o no ese día. Mas de 20 mil de los asistentes eran turistas que tenían su vuelo en la mañana del domingo. Como había sucedido dos semanas atrás el partido volvía a ser suspendido. Los insultos y chiflidos colmaron el Monumental.
Por ahora la policía intenta capturar a "Caverna" Godoy. Se teme que sus órdenes provoquen más desmanes el día de la final. Aunque desde el 2015, cuando protagonizó una balacera en Buenos Aires, el barra brava tiene prohibida la entrada al estadio, sí acompañó al equipo en partidos trascendentales afuera de la Argentina como la semifinal jugada en Porto Alegre, Brasil, contra el Gremio. "Caverna" Godoy estaría en la calle planeando desatar de nuevo el caos. Mientras tanto el mundo del fútbol clama porque se juegue de una vez por todas la final más triste de la historia de la Libertadores.