Gonzalo Rodríguez Gacha vivía para la plata. Ideologías o política lo tenían sin cuidado. Lejos estaba de la obsesión que cargaba como un morral pesado Fidel y Carlos Castaño por extirpar de raíz el comunismo en el país, la consideraba una extravagancia. Había dado USD$ 500 mil para formar un comando armado llamado Muerte a Secuestradores en 1982 cuando el M-19 secuestró a Martha Nieves Ochoa, hermana menor de sus socios, miembros del Cartel de Medellín conformado en 1976, . La guerrilla la tuvo que soltar a los 20 días de secuestrada, ahogados por el cerco de metralla que impuso la mafia sobre ellos. El saldo de los muertos, las torturas, que incluían desollamientos y crucifixiones, pasó las 100 personas.
Rodriguez Gacha, nacido en 1947 se hizo en las calles del barrio San Victorino de Bogota y sin escolaridad pero mucha audacia para los negocios el encuentro con el zar de las esmeraldas Gilberto Molina, le marcaria su destino. En Muzo estuvo hasta que cumplió 28 años y se devolvió a Bogotá, dispuesto a escuchar a Pablo Escobar, un joven contrabandista y atracador que hablaba con seguridad del negocio de la coca.
Se volvió millonario. El dueño absoluto de Pacho, Cundinamarca, en donde era adorado con el fervor de un Dios. Pagaba el colegio de los muchachos, los partos de las mujeres, daba billetes a los hombres y trago en una fiesta de la que no se quería jamás el pueblo.
Las rancheras eran sus himnos de batalla y en Mazatlán, la más grande de sus haciendas, veía en una sala de cine propia una y otra vez las películas de Pedro Infante que tanto le gustaban. Era muy rico, 116 propiedades estaban a su nombre. Casas, apartamentos avaluados en 40 mil millones de pesos de la época. Tenía 200 caballos de paso fino, el más querido de todos era Tupac Amarú, avaluados en dos millones de dólares y a quien le tenía, como si fuera un Calígula criollo, un apartamento de lujo al norte de Bogotá
Era el jefe militar del Cartel de Medellín y su tarea la cumplía a sangre y fuego a cabalidad. Hasta que las Farc rompieron las reglas y se le atravesaron en el camino. Hasta febrero de 1983, la guerrilla se limtaba a cuidarle al Mexicano las rutas de coca, los laboratorios en el Yarí, hasta que un dia por orden de Jacobo Arenas, se le metieron a uno de los grandes de los llanos del Caquetá y retuvieron a 18 empleados durante varios días. Gacha nunca se lo perdonó a las Farc. Y encontró la ruta de ataque por la via más visible: los militantes de la recién creada Union Patriotica, nacida de las negociaciones de paz del gobierno de Belisario Betancur en 1985 conformada por muchos militantes del Partido Comunista.
El PC autorizo la combinación de las formas de lucha y para Gacha y muchos en Colombia, no era otra cosa que el brazo armado del partido, con lo cual se sintieron con licencia para matar dirigentes. Asesinar políticos era la manera de golpear a las Farc, y más con militantes en sus filas como Ivan Marquez . :
En las elecciones presidenciales de 1986 participaron con, Jaime Pardo Leal quien un año después era asesinado, y el ganador fue Virgilio Barco quien inició un gobierno en el que se recrudeció el asesinto a los lideres de la UP que habia obtenido una importante representación en los cuepros legislativos con 14 congresistas, 18 diputados, y 335 concejales.
En el Magdalena Medio Henry Pérez, un ganadero cansado de la extorsión de las Farc, inició una cruzada contra esa guerrilla.
Pérez convenció a Rodríguez Gacha –quien los enfrentaba por otras razones- de financiar su guerra con epicentro en el Magdalena Medio pero que debía expandirse por el pais. Gacha entregó fincas enormes cerca a Barranca y mandó a traer mercenarios israelitas para entrenar a sus hombres. La idea era golpear, y muy duro, a la Unión Patriótica, cuyos militantes actuaban abiertamente. Algunos para sobrevivir se clandestinizaron, integrándose a las filas de las Farc, pero más de 4000 miembros de la UP fueron asesinados en los siguientes siete años.
Hubo masacres terribles como la de Segovia, donde los recién organizados paramilitares le cobraron haber elegido en 1988 a la militante de la Unión Patriotica a Rita Tobón. Era la primera elección popular de alcaldes y la UP era una fuerza política activa enfrentada a poderosos enemigos de extrema derecha financiados por los barones de la droga, con Gacha a la cabeza.
El temible Negro Vladimir, excombatiente de las FARC convertido en paramilitar y entrenado por israelíes en el Mgdalena Medio, comandó el ataque a Segovia . Eesperaron el atardecer del viernes 11 de noviembre de 1988 cuando los mineros bajaban al pueblo a disfrutar de una cervezas y el sancocho de gallina. Los bares estaban llenos cuando aparecieron las camionetas. Empezaron a disparar a diestra y siniestra, entraron a las casas y mataron niños, mujeres, todo aquel que hubiera votado por la UP. La masacre duró una hora. El ejército y la policía, que estaban a cien metros de la plaza central del pueblo, no se movieron. El saldo que dejó la masacre fue escalofriante: 43 muertos y 50 heridos. Un aguacero torrencial lavó la sangre de las calles de la pueblo convertido en un río rojo.
Cuarenta y cinco minutos después de que se disparó la última bala y en medio del aguacero apareció el ejército. Un coronel se bajó de su jeep, tenía una sonrisa en la cara. Al ver los muertos el tipo, entre carcajadas, afirmó: "Ya lo hecho, hecho está" como si estuviera muy contento de lo que habría pasado. En mayo del 2013 el político liberal César Pérez García fue condenado a 30 años por la masacre, ordenada por la furia del triunfo electoral de la UP. No hubo condenas militares ni siquiera se sabe el nombre del cínico coronel que se buró del dolor de Segovia.
Gacha no actuaba solo. Además de finqueros poderosos que financiaron la guerra, contaba con el resplado de algunos miembros de las Fuerzas Militares, cruzada a la que se sumaron llos hermanos Castaño. El 19 de diciembre de 1989 el ejército nacional abaleó a Gacha y a su hijo cerca a su finca en Tolú. Pero ya la guerra habia quedado encendida.