La exministra del Deporte María Isabel Urrutia se propuso golpear al Presidente del Comité Olímpico colombiano, Ciro Solano, con quien tenía una vieja pelea casada, la que se sumaron sus diferencias políticas que se profundizaron con el triunfo de Petro. Solano del ala más conservadora de Cambio Radical se mantenía agazapado a la espera de cualquier desacierto para atacar. Pero se le adelantó Urrutia con la fuerza del cargo y actuó con contundencia.
Aprovechó las 72 horas después del anuncio del retiro del cargo y entre la catarata de contratos que firmó, dejo asegurados aquellos que soportaban la financiación directa de las 74 federaciones departamentales sin la intermediación del Comité Olímpico. Se saltaba así a Solano y dejaba el Comité Olímpico desfinanciado, pegándole un zarpazo a su presupuesto y sin la herramienta para, a través de la administración de los recursos, mangonear a las federaciones departamentales. El Comité se quedaba con el 15% de la millonaria partida asumiendo un rol de supuesto ente regulador.
Urrutia prefirió insubordinarse de cara al Presidente quien ya le había nombrado su reemplazo desde el 1 de marzo y correr el riesgo con la ejecución directa de las federaciones, a sabiendas de la debilidad institucional y la posible corrupción en algunas de éstas. La obsesión era golpear a Solano y al Comité Olímpico y lo logró.
Solano perdió, al menos por este año, buena parte de un poder que venía ostentando desde el 2021, cuando el dirigente deportivo sucreño sucedió al reconocido Baltazar Medina quien estuvo 12 años en el Comité. Reparar los hilos del manejo no le será fácil porque también en las regiones hay una recomposición de poder marcada por la llegada del Pacto Histórico al gobierno nacional, desde donde se distribuyen los mayores recursos para el deporte.
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