La venganza de los úteros
Opinión

La venganza de los úteros

Ante tanta ingobernabilidad y maniqueas posturas de los gobernantes, nos hace falta un tris de sentido común que rebote con olor a mujer

Por:
marzo 09, 2019
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Las luchas que el feminismo ha dado a lo largo de la historia reciente nos proporcionan una inmensa lección que no cesa su aprendizaje a pesar de la obstinación de los que se abrogan el derecho a escribir la huella de la humanidad sobre el tiempo.

No hay otra manera posible de alcanzar escenarios sociales, económicos, políticos y culturales sino es con la fuerza de lo que la lucha tesonera han hecho un grupo de mujeres a lo largo de los tiempos. Sin ellos, resultaría inútil apreciar los espacios que se han conquistado y que se amplían cada día más.

Cuando nos referimos al feminismo no se trata del discurso ciego y fundamentalista que niega al hombre y al superhombre que la misma sociedad se ha encargado de edificar sobre los restos de un naufragio. No. Se trata de mirarnos en la posibilidad de que este mundo retorcido y mal gobernado caiga en otras manos diferentes a la virilidad masculina obsesiva y reafirme a la alteridad como utopía. Las mismas oportunidades para el sándalo que el sudor y la rudeza han neutralizado con su ácido elixir.

Más allá de los designios biológicos y evolutivos que recalcan a la procreación como recurso pueril. Se trata también de encontrar en la convivencia y el imperio de quien mejores capacidades tenga a pesar de lo cóncavo y convexo de las miradas por debajo del ombligo.

Los esbirros de la moral jamás pensarán en un mundo acomodado desde la conciencia femenina. Con mejores discursos políticos desde la sombrilla protectora que abarca los consensos y no la fuerza ciega de las diferencias que dividen en Montesco y Capuleto a la sociedad; con una aura de afecto capaz de doblegar a las más ridículas constituciones políticas –decretadas por machos furibundos- y con la sensatez suficiente para manejar los problemas desde el bosque comprensible de la integralidad y lejos de los árboles mezquinos de la fe.

 

 

Los esbirros de la moral jamás pensarán
en un mundo acomodado desde la conciencia femenina

 

Bueno que nos hace falta ante tanta ingobernabilidad y maniqueas posturas de los gobernantes, un tris de sentido común que rebote con olor a mujer por todos los huertos maltrechos que hemos cosechado.

Una especie de “anamús” con sabor a vientre materno que sea capaz de curar todos los males impostados que los machos gobernantes han inoculado por vía de democracia o de tiranía desde los tiempos del ruido y en estas épocas de silencio colectivo y gritos individuales desde la cómoda litera de las redes sociales.

No estará lejos entonces la venganza de los úteros cuando se nieguen a reproducir a la especie dominante y se encarguen de cobrar por derecha todo el ultraje y avasallamiento con el que hemos señalado el camino de la humanidad con “h” de hombre, el masculino depredador de sábanas y de praderas abundantes en vaginas inermes.

Coda: las mujeres no son importantes y esenciales por los halagos masculinos, ellas son capaces de concebir el mundo a su imagen y semejanza, a pesar de la estúpida realidad que los hombres hemos construido.

 

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