Al principio pensé que esa mezcla con Martín de Francisco no iba a funcionar. No engranaban, se pisaban, les faltaba partidos de preparación. Dos meses después Peláez-De Francisco es el tándem más escuchado de la radio colombiana, así Óscar Rentería diga todos los días, sin mostrar cifra alguna, que El pulso del fútbol es el mejor programa de la radio deportiva colombiana. Es una lástima que no los pusieron a competir en la misma hora. Peláez volvería a ser el rey indiscutible de la una de la tarde. Música, palabras, historia del fútbol y noticias. Además de mucho humor porque Papá Martín sigue siendo un tipo muy chistoso.
Gracias a los podcast, a Youtube, no necesitamos el dial para escuchar los programas. A veces los dejamos acumular para oír el sábado toda la semana de un sopetón mientras hacemos aseo general. En esa guerra el programa de la W arrasa. La gente está prefiriendo estos archivos a los del Pulso. Peláez es un demiurgo que está por encima del bien y del mal. Opina lo que se le da la gana de política, de fútbol, no tiene compromisos con nadie. Lo del joven Londoño y Rentería es patético. La campaña descarada que le hicieron a Jorge Enrique Vélez, el antiguo presidente de la Dimayor, dejó ver sus intereses y que están allí para hacerle favores a los poderosos. Ahora no dicen una sola palabra porque perdieron, pero son lamentables. Rentería es mejor persona que periodista. Su ignorancia del fútbol europeo es evidente. De lo único que sabe es de chismes de Cali. Es incapaz de comprometerse con una opinión porque le da miedo hasta quedar mal con su director, César Augusto Londoño, del que dice es el mejor periodista deportivo del mundo. ¿Por qué se llama El pulso del fútbol si no hay ningún tipo de disputa?, ¿si ganarle una discusión a Rentería es aburridoramente fácil porque el señor lleva treinta años sin verse un partido completo que no sea de Cali o de América?
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Si Londoño no fuera tan protegido en Caracol les hubieran puesto el programa de Peláez a la misma hora del Pulso y los aplastaba
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Lo triste es que los que empezamos a escuchar el Pulso hace 20 años sabemos lo que fue ese programa. Dos periodistas enfrentados, sin amiguismos, sin lambonería, con todos los conceptos claros. Peláez y Mejía no necesitaban decirse lo mucho que se quieren y se respetan. Creo que no han coincidido nunca en los whiskys. Peláez es un tipo serio, un maestro de la música, no del lobby como el eternamente joven, no necesita de la pauta como el señor de Cali.
Julio Sánchez Cristo intentó revivir el otro Pulso en la W Radio y estuvieron a punto de convencer a Mejía para que volviera a ser la llave de Peláez. No se pudo, Iván está feliz viendo partidos viejos y leyendo sobre fútbol en su casa en Cartagena. Si vuelve hay que poner la plata en la mesa. Desde su Twitter está siempre vigente y todo lo que dice hace retumbar el establecimiento. Peláez también tiene la autoridad e independencia para, por ejemplo, ponerse un bolero de Luis Alcaráz a las dos de la tarde y para dejar que Martín haga sus metáforas locas, los retruécanos por los que ya es considerado una leyenda de los medios nacionales.
Si Londoño no fuera tan protegido en Caracol les hubieran puesto el programa de Peláez a la misma hora del Pulso y los aplastaba. ¿Cuándo van a enterrar ese cadáver insepulto que es el Pulso? ¿Cuándo le van a apretar las clavijas a Rentería y lo van a obligar a ver fútbol para que deje de decir bobadas como, por ejemplo, que HOY, HOY el mejor jugador colombiano del exterior es Gustavo Cuéllar porque se ganó un título en Italia? ¿Por qué permitieron que César Augusto perratiara el más importante de los programas deportivos que ha tenido Caracol desde La polémica? A veces un buen lobby es más efectivo que tener talento. La lambonería, en el país de Duque, siempre paga. Peláez, desde su trono, verá con satisfacción y, también con la indiferencia del rey, como se incendia el programa que él hizo grande.
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