Recuerdo que acabábamos de entrar a cuarentena cuando escuchamos la noticia. La reestructuración que planeaban los Gilinsky, después de comprarle a Felipe López la mayoría de acciones del grupo Semana, sería radical. La revista, en noviembre del 2020, terminaría completamente dominada por las fichas de Jaime Gilinski con la abrupta salida de Ricardo Calderón –de quien se dijo en un momento que lo hacía por enfermedad- y la llegada a la dirección de la revista de Vicky Dávila.
Coronell mientras tanto quedó en el peor de los mundos. Para nadie es un secreto que es el columnista más influyente, temido y dateado del país pero su salida de Semana repercutió en su audiencia. Ambos se necesitaban y ambos perdieron. Semana por obvias razones perdió en influencia y en la última encuesta de Cifras y Conceptos cayó más de 10 puntos en las preferencias del público más influyente de Colombia. Pagaban caro su marcado viraje a la derecha y la importancia que les dieron a opinadores viciados de intención y vaciados de ideas e imaginación como la inefable María Andrea Nieto. Coronell, aunque lidera el top de los columnistas más influyentes y, aún por un amplio margen, si perdió muchos puntos en Los Danieles, un medio que sigue siendo seguido por un nicho de Twitter que jamás se calla y están preocupados todo el tiempo por llenar hasta el más mínimo espacio de silencio.
Así sus barras bravas se molesten, uno no puede comparar un blog con un nombre como el de Semana –antes de Gabriel Gilinski- que hizo durante cuatro décadas el periodismo más riguroso de este país. Para acabar de completar la mala racha de Coronell, salió de Univisión a mediados del 2020. Cuando todas las cartas venían malas apareció Patricia Lara con las arcas llenas y lo puso encabezar la nueva Cambio.
Salieron el martes y ya rompen records de suscripciones. Tienen una parrilla de columnistas que los va a encaramar en Cifras y Conceptos: ósea es Carolina Sanín, Maria Jimena Duzán, Akerman, todos los Danieles, Maria Elvira Samper, el putísimo dream team. Descuadernaron a El Espectador. Cambio es la respuesta a todos los que quedaron huérfanos después de Semana, al menos a los que les encantaba esa combinación de Coronell y Semana.
Como buen periodista a Coronell le gusta competir. Quería revancha. Ha visto Kill Bill y sabe que la venganza es un plato que se come frío. Tuvo el tiempo de espera, dos años, para preparar el monstruo que seguramente aplastará a la Semana de Vicky, no sé si en visitas sino en calidad e influencia.
Mientras tanto el resto estaremos desde la tribuna, viendo como este par de Kaijus se despedaza a dentelladas. Nada más sano para el país que el nacimiento de un nuevo medio. Con la nómina con la que salió al terreno de juego Coronell promete además que será el mejor. Igual, el listón está muy bajo.
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