No puedo creer que las invenciones literarias tengan que ver con el presente que se respira en esta atmósfera deslucida. Pero me viene a la memoria uno de los relatos de Jorge Luis Borges, intitulado Deutsches requiem, publicado en El Aleph (1949). En dicha saga Otto Dietrich zur Linde ha sido condenado por torturador, asesino, luego del juicio de Nuremberg que determinó y sancionó a los funcionarios y colaboradores del régimen nazi. El criminal se imagina el futuro. “No pretendo ser perdonado, porque no hay culpa en mí, pero quiero ser comprendido. Quienes sepan oírme comprenderán la historia de Alemania y la futura historia del mundo”.
A las nueve de la mañana del día siguiente enfrentará el pelotón de fusilamiento, pero tiene conciencia de que él no es importante. En su situación se levanta la aparenta derrota del nazismo porque “Hitler triunfó, a pesar de ser derrotado”, dado que la violencia se impuso a la razón de Anaxágoras o Hegel.
Por eso, Otto Dietrich zur Linde, en la soledad del calabozo, sabe que se cierne una época implacable. ¿No se necesita acaso que la semilla muera para que nazca el hombre nuevo? “Si la victoria y la injusticia y la infelicidad no son para Alemania, que sean para otras naciones”. Otto Dietrich zur Linde tiene la comprensión y sabe que él no es más que un eslabonamiento para llegar al progreso de la historia que haga posible que la violencia se imponga sobre el mundo.
Pero en la multitud que avizora en el futuro el nazi no pudo imaginar que, Dilan Cruz recibiera durante una manifestación pacífica una descarga mortal. Por la imaginación del sentenciado no pasó Javier Ordóñez, quien después de ser detenido y doblegado padeció el electrochoque, mientras que él pedía varias veces que "por favor, por favor paren". Mucho menos pudo prever Otto Dietrich zur Linde que en Popayán una joven se suicidara por abuso sexual, cometido por los… Y por la fantasía del hombre pasó el descalabro de los derechos humanos y la democracia.
Y en los últimos minutos, antes de que fuese conducido al paredón, el seguidor del nacionalsocialismo no dudó que, con agua, con balas de goma, con gases, con plomo, detenciones, palitos de abollar ideologías se haría posible la eliminación de muchos, los juicios a la primera línea…. La protesta democrática debería ser barrida, no importan las víctimas mortales y desaparecidos. La contra debía seguir el rumbo para que todo el mundo calle, para que las vías se convirtieran no en lugar de la manifestación democrática, sino en un bautizo de patada, palo y gases a los jóvenes.
Pero lo que nunca pudo imaginar, antes de que lo fusilaran, pues no cruzó en ningún momento por su cabeza, fue el cambio del atuendo que de color verde pasó a azul y luego se estrenó, en Tuluá, el uniforme nazi.