El nombre Pensar la Ciudad la Universidad Distrital ha lanzado el prime número de su revista digital, la cual tiene como propósito ofrecer un espacio académico de reflexión sobe los grandes temas y problemas que atraviesan a ciudad hoy. Asuntos como el desarrollo, urbano, el modelo de ciudad, la planificación urbana, las finanzas distritales, la calidad de vida, el espacio público, la densificación, el medio ambiente, la educación publica, la universidad, los conflictos y movimientos sociales, entre otros temas, serán objeto de análisis en las páginas de la nueva revista., la cual tendrá una periodicidad mensual.
La revista contará con el apoyo de los docentes e investigadores de la Universidad Distrital, al igual que destacados analistas de los temas de Bogotá, en un ambiente de pluralidad y diversidad de pensamiento y enfoques.
Este primer número reúne a destacados analistas como Rodrigo Uprimny, Carlos Vicente de Roux, Juan Carlos del Castillo, Femando Viviescas, Carmenza Saldías, Mario Noriega, Jorge Iván González, Humberto Molina y Cesar Pagano. La mayoría de los artículos están dedicados a reflexionar sobre la pandemia en la ciudad. Otro temas de interés analizados son la densificación e la ciudad, las tensiones entre la nación y Bogotá alrededor de las competencias para manejar la pandemia. Pensar la ciudad es dirigida por Ricardo García, rector de la Universidad y su Editor es Hernán Suárez.
La revista publicara también los más importantes resultados de investigación de la universidad, dando especial importancia a aquellas investigaciones y estudios directamente relacionados con las problemáticas y temas de interés de la ciudad.
En su nota de editorial de presentación, su Director, Ricardo García, señala
“Pensar la Ciudad es todo un programa cultural y político; al mismo tiempo un compromiso ético.
A ese universo complejo –la ciudad- habitado por historias sin cuento y por anónimos héroes de mil facetas, podría decirlo Joseph Campbell, lo sentimos a diario. Y demasiado. Percibimos sus olores; vemos, como en una máquina giratoria, su paisaje sucesivo de edificaciones; sufrimos el tráfago incesante de sus vehículos; y oímos la vocinglería, también sinfonía, por qué no, de sus conversaciones sin fin, que por momentos nos llegan como un rumor sordo y omnipresente; incluso, escuchamos el silencio disonante y fracturado de sus noches, en las que se multiplican y adivinan las imágenes del sueño, sus voces sin sonido.
En otras palabras, a la ciudad la vivimos en el sinnúmero de sensaciones que nos pertenecen; igualmente en las acciones repetidas dentro de cuyo formato organizamos la rutina de nuestros quehaceres y placeres, la atonía de nuestras frustraciones y la efusión de nuestras diversiones. La vivimos mucho, aunque la pensemos menos. Sentimos intensamente la ciudad, pero tal vez no la pensemos tanto como debiéramos.
Ahora bien, sentirla y vivirla es antes que nada una experiencia humana, experiencia que significa un multicolor mosaico de imágenes y una ráfaga de hechos; muchos de los cuales desaparecen al instante en la memoria, mientras otros adquieren el tono desvaído de los recuerdos lejanos; aunque por otra parte los más escasos pero los más intensos se fijan en la conciencia de cada uno de nosotros, por lo cual los diseñamos como técnicas que hacen posible la convivencia con los demás habitantes de la ciudad; todo ello en el marco de una proximidad física que se reproduce siempre.
Asimilar las experiencias cotidianas y alojarlas en la conciencia es parte de nuestro rol como individuos en trance de convertirnos en sujetos. Procesarlas en nuestra conciencia, ordenarlas y darles significación, es un trabajo de construcción social que abre paso a la reflexión.
Esta última es la actividad por la que somos capaces de darle un sentido a nuestras experiencias, pero también por la que estamos en condición de evaluarlas y visualizarlas como ensayos de transformación. De eso se trata cuando esbozamos este proyecto, a la vez periodístico y analítico, de Pensar la Ciudad. Es un ejercicio reflexivo. Que sin embargo abre el camino a una pragmática de avanzada. Es decir, a un horizonte de convivencia, de paz y de equidad social, en la ciudad: he ahí el contenido de su programa cultural y político. Y también despeja el horizonte de observar la formación democrática de ciudad, con atención al bien general, más allá de los intereses particularistas o corporativos; más allá de la ideologización o moralización del debate público: he aquí, su compromiso ético”.
Esta es la revista