“Todo el que se siente capaz de crearse un destino con su talento y con su esfuerzo está inclinado a admirar el esfuerzo y el talento en los demás”.
El hombre mediocre – José Ingenieros
Primus inter pares, eso somos cada uno de los becados de la universidad, estudiantes que con igualdad1 de aptitudes respecto de sus semejantes obtenemos la mayor eficiencia, una excelencia académica que nos coloca primeros entre nuestros iguales. A pesar de esto, de nuestro descollar en cada programa de la institución, de nuestro aprovechamiento y frutos en las asignaturas, de nuestro deseo manifiesto por aprender y plasmar futuras iniciativas que marchen en línea con el desarrollo de la región y el país, no recibimos los incentivos suficientes por parte de la institución, como si por ser minoría –el reglamento solo permite un becado por carrera- nos tocara de últimos, a la espera de las migajas en atención que nos brinda la universidad, cumpliéndose tácitamente aquel adagio bíblico que pregona que los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros.
Lo que ocurre en el alma mater es un fenómeno que he observado repetirse tres veces de tres semestres que llevo como estudiante de pregrado en economía y que puedo resumir en una causa: ineficacia administrativa, algo que, aunque suene a frase de cajón para el funcionarismo, es la fons et origo de que a los primeros entre sus iguales se les brinde incentivos tan negativos como el incumplimiento de las fechas estipuladas para la publicación de la lista de becados –con la cual podemos saber si es o no necesario cancelar la primera liquidación de matrícula financiera generada con sorprendente prontitud para todos los estudiantes de la universidad- o la tardía segunda liquidación –la cual hace efectivo el descuesto de los derechos de matrícula para los becados-. Los anteriores incentivos generan respectivamente, por una triple experiencia propia, dos efectos a cada becado: a) una gran incertidumbre acerca de la cancelación de la primera liquidación, puesto que se desconoce la posibilidad de haber quedado nuevamente becado o serlo por primera vez. Efecto que quizá no influya mucho en los pregrados con matrícula inferior a medio millón de pesos, pero sí en los que las matrículas son cercanas y superiores al millón de pesos, valores de no fácil acceso en la ciudad con el segundo mayor índice de desempleo del país.2 b) una insuficiente programación de la matrícula académica, debido a que la segunda liquidación se genera escasos días antes de cerrar el sistema para la selección de las asignaturas a ver en dicho semestre, dejando a los becados sin cupos en algunas y además, relegándolos a matricular en los horarios de menor demanda y apetencia para las pocas que quedan con cupos disponibles. Estos efectos generados por la ineficacia administrativa de la universidad, muestran el claro incumplimiento de las fechas estipuladas en el calendario académico anual, especialmente para los primeros entre sus iguales, llegando a tener hasta tres semanas de retraso la solución de las anteriores situaciones.
Pero los incentivos perjudiciales para los becados no terminan aquí –en el cumplimiento retardado del calendario académico- sino que se amplía a otras esferas como los medios de comunicación con la institución y la promoción de la excelencia académica. Para hablar del primer incentivo me gustaría resaltar que en el mes de enero realicé una consulta por correo electrónico al Fundéu BBVA (Fundación del Español Urgente) con sede en Madrid, por una inquietud sobre la correcta construcción de acrónimos y me sorprendió sobremanera cómo al cabo de unas pocas horas me daban respuesta. Unos meses después, a finales de junio, le escribí un correo a Erin Mckean, lexicógrafa estadounidense y fundadora de Wordnik, con la grata sorpresa de recibir su correo de respuesta en menos de 24 horas. Los dos casos anteriores muestran una indudable eficacia en el manejo de los medios de comunicación por parte de dos entidades distintas –situadas a varios miles de kilómetros de Cúcuta- que además de contestar sus correos electrónicos, lo hacen en un margen de tiempo mínimo. Pero esto no sucede en la sede principal de la Universidad de Pamplona que a pesar de estar situada a menos de cien kilómetros de la capital de Norte de Santander, no responde los correos electrónicos que se le envían y si lo hace es solo después de un par de semanas, algo que aplica igualmente en las líneas telefónicas donde por lo general no contestan y al hacerlo es solo para comunicarlo con extensiones que van a parar en un contestador automático. Así pues, los medios de comunicación con la institución son otra muestra de la implacable ineficacia administrativa del alma mater, otra gestión paquidérmica que se añade al retardado cumplimiento de las fechas del calendario académico.
Ahora bien, para tratar el segundo incentivo es importante señalar una ceremonia celebrada a finales, el 3 de noviembre del 2014 en Pamplona, con motivo de los 54 años de la universidad y que buscaba resaltar con un diploma la excelencia académica de los primeros entre sus iguales, algo que a simple vista parecería una “buena” gestión de la universidad pero que nuevamente por su parsimonia se echa a perder al enviar -de la manera más improvisada posible- correos electrónicos a los directores de programa la noche anterior a la ceremonia con el fin de hacerlos llegar el día siguiente al becado correspondiente, cosa que en un elevado porcentaje no sucedió –por fortuna mi solícita directora de programa me salvó de pertenecer a dicho porcentaje- y que se sumaría -para completar el acto de improvisación- con una iniciativa que nunca se le pasó por la mente a la universidad: un bus que pudiera transportar a los becados de Villa del Rosario desde el campus de dicha localidad al del municipio de Pamplona, puesto que representan casi la mitad de los becados totales y aunque puedan transportarse para llegar a una ceremonia a las 7:00 p.m. no cuentan con los medios para regresarse debido a la escasez de transporte de vuelta, lo cual obligaría sin duda a pagar una estancia que aumentaría los costos y complicaría la elección de asistir al acto de improvisación. Finalmente, la ceremonia se celebró con dos o tres becados de Villa del Rosario y la gran mayoría de becados de Pamplona, una ceremonia de lo más incluyente.
A este último incentivo –la promoción de la excelencia académica- es fundamental añadir dos elementos: 1. el carácter oculto que tiene la lista becados en la plataforma institucional, como si mostrar a la universidad y al público en general los estudiantes más eficientes no invitara a la admiración y la emulación. 2. El poco interés del alma mater por romper con la desmotivación que produce otorgar la beca a un solo estudiante, cuando Homero4 en el Canto XXIII de su sempiterna Ilíada muestra cómo durante la celebración de los juegos fúnebres en honor a Patroclo el belicoso Aquiles entregó premios más allá del primer lugar, disminuyendo el valor del mismo según la posición en que se iban ubicando a partir de este y con el objeto de motivar a los contendientes a obtener la victoria en futuras competiciones. Un ejemplo histórico que bien puede servir de base para la Universidad de Pamplona –ejemplo que toman las competencias deportivas a nivel mundial- a la hora de asignar las becas a sus estudiantes, ya no solo premiando al mejor promedio con el descuento en el 100% de los derechos de matrícula sino también premiando al segundo mejor con un 75%, al tercero con un 50%, al cuarto con un 25%, etc. De esta forma la institución ofrecería un verdadero incentivo que lograría promover de forma efectiva la excelencia académica entre su comunidad estudiantil y aportaría a la construcción de ese anhelo nacional que busca ser el país más educado de América Latina para el año 2025.5
Finalmente, los cuatro perniciosos incentivos señalados a lo largo de esta brevísima crítica a la ineficacia administrativa de la Universidad de Pamplona se pueden resumir en: retardos constantes y exagerados en el cumplimiento del calendario académico para los becados, inexistencia de diligentes medios de comunicación con la institución y poco interés en la promoción y apoyo real a la excelencia académica de su comunidad estudiantil. Un cuadro plenamente negativo cuyo innegable y principal efecto es la pérdida irreparable de sentido de pertenencia entre sus estudiantes y plus ultra: entre los jóvenes ciudadanos de una región desolada por buitres que se alimentan precisamente de este mal. En las manos de la Universidad de Pamplona –y también de todas las instituciones educativas y sociales de la región- está la construcción de una mejor ciudad, a partir no solo de una educación encaminada a la excelencia sino también a la cohesión social, permitiendo de esta manera crear objetivos comunes donde predomine el deseo de crecer personal y socialmente, con individualismos solo justificados por la búsqueda incesante del desarrollo y crecimiento de la región y del país, o como diría Adam Smith6, del interés público.
__________________________________________________
1. Término usado bajo el supuesto de que la excelencia académica es producto de la responsabilidad y la atención.
2. La tasa de desempleo de la ciudad de Cúcuta según cifras del DANE a mayo de 2015 fue de 15,6%.
3. Para ser más exactos la ceremonia se celebró el martes 25 de noviembre de 2014 a las 7:00 p.m. en el Teatro Jorge Gaitán Durán de la Casona.
4. Homero, Ilíada. Traducción, prólogo y notas de Emilio Crespo Güemes. Madrid: Editorial Gredos, 1991. p. 555.
5. Plan de Gobierno de Juan Manuel Santos. Colombia la más educada en 2025 [En línea]. [Citado el 24 de julio de 2015]
6. Smith, Adam. Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones. Ed. de Edwin Cannan; introd. de Max Lerner; trad. de Gabriel Franco. - 2ª ed. – México: FCE, 1958. p. 402.
H. Juan David Romero P.
Beca de excelencia del programa de economía y promedio acumulado más alto de la Universidad de Pamplona