La historia se quiere repetir: en 2015 la Interpol había emitido una orden de captura internacional con fines de extradición contra Álvaro Gonzales Joves, quien en algún momento fue rector de la Universidad de Pamplona y quien fue capturado porque había suscribió un convenio administrativo con la Gobernación del departamento de Casanare por un valor de $34.989 millones, que debían ir destinados a la adquisición de material universitario y construcción de aulas, pero como siempre pasa “el dinero se perdió”. Y simplemente como todo en Colombia quedo en el olvido.
En Colombia somos campeones en olvidar y luego volver a repetir las cosas como si no pasaran o como si estas no ocurrieran. Es así que cada cierto tiempo aparecen dudosos tipos de personas de la nada que llegan a ocupar cargos públicos y a manejar las instituciones a su antojo hasta que las terminan desangrando, y luego de lucrarse las abandonan dejándolas a la deriva o peor en manos de los políticos de turno quienes llegan a exprimir sus últimos recursos.
Y qué es lo que queda, solo instituciones llenas de cargos burocráticos con profesionales mediocres sin ninguna preparación que se vuelven, no solo son una carga financiera, sino una carga de improvisacióN que poco a poco termina acabando con estas instituciones.
Lo más lamentable es que, aunque es un fenómeno que se sigue presentando en gran cantidad de las universidades de Colombia, su propia comunidad académica (docentes, estudiantes, administrativos y sindicatos) no hacen absolutamente nada. Eso puede deberse muchas veces al miedo a perder contratos, a perder puestos o cargos administrativos, a la coerción de los mismos directivos en cabeza de su representante legal o simplemente a los amiguismos politiqueros que no quieren perder sus beneficios en la tajada que les toca.
Lo más sorprendente es que dentro de esas instituciones de educación superior existen docentes que hablan a toda hora de ética y de honestidad, y que se sienten vacas sagradas, pero, por otro lado, son cómplices activos o pasivos de ese licor de mezcla llamado corrupción que se cuece dentro de estas instituciones.
Y la universidad de Pamplona, es otra desazonada institución que sigue en lo mismo. Sindicatos, comités de evaluación, comités curriculares, comités académicos consejos directivos y hasta los tales comités de etiqueta que se crean en este tipo de claustros universitarios, son solo eso, simples comités de papel que se quedan callados viendo como la improvisación, la mediocridad y sobre todo la vulgaridad se sigue carcomiendo a instituciones que pudieron ser alguna vez ejemplos a seguir.
La decisión de un individuo de seguir en el poder, en el caso de una institución universitaria, es más responsabilidad de una comunidad que del mismo amante del poder. Aferrarse por todos los medios a una institución es por responsabilidad y la complacencia de los vicerrectores, decanos coordinadores, administrativos, representantes, estudiantes y sobre todo por esos docentes que amañan para seguir en lo mismo y que nunca en sus clases son capaces de enseñar algo llamado valores….