Desde tiempos memorables ante la adversidad hemos aplicado el lema "la unión hace la fuerza” como consigna de batalla para afrontar las dificultades, sacar lo mejor de los seres humanos y sobreponerse al infortunio que estemos atravesando. Sin embargo, así mismo en tiempos de paz y tranquilidad, aflora la frase “divide y reinarás” como estrategia para explotar las diferencias existentes dentro de una comunidad y sacar provecho, obteniendo dividendos.
Todo esto lo podemos evidenciar en estos momentos de tribulación, donde el mundo es afectado por una pandemia que ha cobrado miles de vidas humanas, perjudicado la economía mundial y cambiado los hábitos de vida de la humanidad. Por ello muchos se solidarizan y se unen entorno a vencer esta plaga llamada COVID-19. No obstante, al mismo tiempo, muchas potencias mundiales han aprovechado la situación para culparse unas a otras de esta calamidad, librando una batalla para ser las primeras en conseguir la vacuna que detenga esta plaga, para así lograr relevancia y utilidades, dejando de lado la cooperación y la unión en la búsqueda de la solución a esta crisis.
En el ámbito nacional también confirmamos esta teoría, puesto que somos conscientes de la dificultad: buscamos soluciones en conjunto que nos ayuden a disminuir el pico de contagio, se emiten medidas que permitan garantizar la salud, bienestar y sustento de nuestra gente, pero a la vez estamos al acecho de cualquier desatino o fracaso de las medidas del gobierno nacional para criticarlo y desdibujarlo esto con el fin de obtener provecho rédito político, sin importar el avance de la pandemia y las consecuencias que tenga en contravía del bien general.
Así mismo es en el entorno local, aunque es más notorio y evidente por lo pequeño del territorio y la particularidad de conocernos y tratarnos diariamente. En los pueblos nos alertamos y preocupamos por el eminente peligro que representa esta pandemia, somos conscientes de que no contamos con la infraestructura, medios y recursos necesarios para hacer frente enfermedad, por eso en muchos casos nos hemos unidos para tratar de contener su propagación, para ayudar a los necesitados y propender que nuestro terruño pueda afrontar esta crisis de la mejor manera, pero así mismo hemos demostrado que las diferencias políticas y en muchos casos las heridas del proceso electoral pasado no han cicatrizado.
Encarnizamos nuestra fuerza e ideas para desmeritar a nuestros gobernantes, con desenfreno los culpamos de todo lo malo que sucede, afirmamos ciegamente que tienen todo el poder para lograr la solución de todos los problemas que nos aquejan y no lo hace, damos cátedra de administración, política, derecho y finanzas criticando sus actuaciones y exponiendo propuestas e ideas de lo que se debe implementar y realizar, sin conocer a fondo nuestra realidad, administrativa, social y financiera, peor aún sin tener idea de presupuesto, sus implicaciones, limitaciones y condicionamiento.
Esta pandemia nos debe dejar una enseñanza, si todos coincidimos y nos damos golpes de pecho que queremos lo mejor para el mundo, para el país y para nuestro pueblo, debemos unificar ideas, remar para el mismo lado y buscar puntos de encuentros, olvidándonos de las diferencias. Así pues, un mejor futuro es posible si nos unimos para garantizar el progreso, bienestar y condiciones de vida de nuestra gente, y nos olvidamos de dividir para reinar y sacar provecho político y personal de los acontecimientos de nuestra comunidad.