La última entrevista de Iván Márquez antes del triunfo de Gustavo Petro

La última entrevista de Iván Márquez antes del triunfo de Gustavo Petro

El líder de la Segunda Marquetalia expresó la intención de la disidencia de dialogar para una paz completa. Entrevista de William Parra publicada en Análisis Urbano.

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julio 05, 2022
La última entrevista de Iván Márquez antes del triunfo de Gustavo Petro

La última entrevista de Iván Márquez antes del triunfo de Gustavo Petro

Esta entrevista se reproduce en su totalidad y en la misma manera en que fue publicada en Análisis Urbano a finales del año pasado. Deja en claro la posición frente al nuevo Gobierno por parte del grupo disidente Segunda Marquetalia, liderado por Iván Marquez (quien fue el negociador principal del Acuerdo de Paz en La Habana). Sus planteamientos tendrían mucho eco con la política trazada por el nuevo presidente Gustavo Petro para lograr una paz total, dirigida a todos los grupos armados de Colombia.

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El comandante de la segunda Marquetalia Iván Márquez respondió un cuestiónario enviado por noticentro 1 cm& en la que se convierte en la primera entrevista desde que retomó las armas el pasado mes de agosto de 2019… Análisis Urbano presenta la totalidad de las respuestas de Márquez.

Márquez dice que aspira a que el nuevo Gobierno se la juegue por la paz completa con todos los sectores.

“Queremos un Gobierno que se la juegue toda por la paz completa, que retome las conversaciones con el ELN, que abra un capítulo de diálogos con todas las insurgencias y que hable también con las organizaciones sucesoras del paramilitarismo que han expresado desde hace años su disposición de acogimiento a la justicia.

 - La última entrevista de Iván Márquez antes del triunfo de Gustavo Petro

Foto: Willliam Parra

La paz completa es el primer paso que debe darse si queremos marchar por el camino de una nueva era de concordia, democracia y justicia social.

Esperamos que el próximo Gobierno active un plan de choque social contra la pobreza que abarque medidas para superar la desnutrición infantil, el analfabetismo, el desempleo y devuelva al pueblo el derecho a la salud. debe pensar en una renta básica para compensar el trabajo no remunerado del hogar, para ayudar a las personas desamparadas de la tercera edad, a los discapacitados, a los desempleados.

Esperamos que el nuevo Gobierno cumpla los compromisos con el movimiento social, con los estudiantes que piden en las calles educación gratuita y de calidad en todos los niveles. cómo nos gustaría ver un gobierno garante de la independencia, de los poderes públicos, un gobierno que no controle como un pulpo, como ocurre ahora, órganos como la fiscalía, la procuraduría, la Contraloría, la Defensoría del Pueblo, el Consejo Nacional Electoral, la Registraduría Nacional, y que no se crea por encima de la ley.

Queremos un nuevo Gobierno que propugne por la dignidad humana, porque partido o gobierno que no tenga esas metas altruistas no sirve para nada, un Gobierno que con franqueza luche por la preservación del medio ambiente y por frenar el cambio climático que amenaza la vida en el planeta, un Gobierno comprometido por la integración solidaria de América Latina y el Caribe, que restablezca las relaciones de fraternidad y solidaridad con Venezuela, como lo exigen hoy el Congreso de la República y el sentido común.”

Márquez defendió el acuerdo de paz firmado en la Habana

“Buscar la paz para un país, para una región o para el mundo es un acto de amor y de humanidad.

 

El Acuerdo de la Habana fue el parte del más hermoso sueño de paz que pudimos ofrecerle a Colombia hace 5 años, nada más elevado, más justo que ponerle fin a una guerra para devolverle al pueblo el sagrado derecho a la paz que supone el derecho a la vida como condición indispensable para el disfrute de los demás derechos.

Fue un honor haber participado en tan sublime intento.
Sí se consulta la letra del Acuerdo de Paz podrá establecerse con nitidez que el acuerdo fue construido, fundamentalmente, no para resolverle los problemas a los guerrilleros, sino para restituirle al pueblo su dignidad humana, la titulación de tierras a los campesinos y la reforma agraria, considerado asunto nodal del conflicto, la reforma política para potenciar la participación ciudadana en el diseño de estrategias que comprometan su futuro, la verdad sobre el conflicto y la reparación de las víctimas, la sustitución de los cultivos de uso ilícito en acuerdo con las comunidades, la reincorporación política y social de los excombatientes, la circunscripción electoral especial para que los territorios afectados por el conflicto armado puedan llevar al congreso a sus genuinos representantes de rostros plebeyos.

El acuerdo creó un nuevo derecho, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) que permitió superar el derecho penal del enemigo que obstruía el entendimiento entre las partes, Jurisdicción que tanto odian los enemigos de la concordia como el presidente actual.

Muy miserables los que se han opuesto a estos nobles sentimientos.

El haber blindado el Acuerdo de Paz como acuerdo especial del artículo tercero de los Convenios de Ginebra, como documento oficial del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, como pacto ajustado a la constitución, según el fallo de la corte, no lograron impedir que dicho acuerdo entrara derrotado al panteón triste de los Acuerdos de Paz fallidos.

Se firmó la paz, pero el Estado sigue matando, las masacres no cesan, y el presidente pretende suavizarlas con eufemismos que enajenan, como ese de rebautizarlas como “asesinatos colectivos”; no estamos pidiendo que les coloquen nombres bonitos, casi neutros, señor presidente, sino que se le ponga punto final, definitivamente, a esa barbarie.

Cuando la juventud, el movimiento social, las Primeras Líneas y la Nación en masa salió a las calles a protestar contra el mal gobierno, Uribe pidió disparar contra la gente inerme, y Duque lo secundó dando esa absurda orden a la fuerza pública.

Hay que pedirle al presidente, a sus generales y a sus nuevos paramilitares, y en especial a Álvaro Uribe, que al menos cumplan con el quinto mandamiento: no matarás.

Mil doscientos (1.200) líderes y lideresas sociales y excombatientes muertos, las masacres nunca pararon porque no hubo políticas para contenerlas, sino obstáculos maquiavélicos para descabezar y debilitar al movimiento social; en esta materia Colombia quedó como San Andrés y providencia al paso del huracán Iota, por ningún lado aparecen las soluciones y correctivos, sin embargo, tenemos que seguir luchando para acabar la guerra y por el triunfo de los sentimientos de humanidad y de solidaridad”.

Acusa al Estado colombiano y al presidente Duque de traicionar el acuerdo

“Por supuesto la traición es del Estado, ¿De quién más va a ser? el Estado violó el principio de toda negociación conocido como Pacta Sunt Servanda, que establece claramente que los acuerdos son para cumplirlos.

No solo los incumplió, sino que se creyó investido de potestades para modificar el texto firmado por los plenipotenciarios de las partes, ¿En qué lugar del mundo se ha visto que, luego de la firma solemne de un Acuerdo de Paz, personas ajenas a los plenipotenciarios hayan modificado descaradamente su contenido? nunca se había visto tanta perfidia.

Desgraciadamente en Colombia el Estado no cumple lo que acuerda.

Pregúntenle al Movimiento Social, a los estudiantes, a los campesinos, a la Minga Indígena, a los profesores y a todas las organizaciones que han pactado con él.

Solo les cumple a los poderosos, a los gremios y a los cacaos empresariales del país, ¿y el pueblo? que lleve del bulto”, asegura Márquez en sus respuestas a noticiero 1 cm& y qué análisis urbano presenta en primicia.

Márquez revela las aspiraciones del nuevo grupo alzado en armas:

Nuestra máxima aspiración es la paz para Colombia, paz con cambios estructurales orientados a garantizar vida digna para todos.

Queremos un nuevo orden social nacido de la unidad de nuestros mejores sueños del futuro, de la movilización en masa del país nacional, de las inmensas mayorías, como diría el tribuno Jorge Eliecer Gaitán, para llevar al palacio de Nariño un gobierno del pueblo y para el pueblo, un gobierno con sentimientos de justicia y humanidad que escuche los gritos que brotan de las catacumbas de la exclusión, un gobierno que sienta amor por la soberanía patria, un gobierno de manos limpias que sea implacable contra la corrupción y la impunidad, un gobierno que abra las puertas a la participación ciudadana en el diseño de las grandes estrategias en lo político, económico y social.

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Foto: William Parra

Esperamos que en esta lucha por la Colombia del futuro nuestros hermanos y hermanas que integran las fuerzas militares y de Policía, sumen su fuerza al raudal rugiente de la indignación del pueblo.

El ahora alzado en armas y quien fue el jefe negociador por parte de la exguerrilla de las Farc explica la validez del alzamiento en armas.

“Respondemos como Bolívar que la insurrección se anuncia con el espíritu de paz, se resiste al despotismo porque este destruye la paz y no toma las armas sino para obligar a sus enemigos a la paz.

Continuadores como somos del legado de Manuel marulanda Vélez, la paz será siempre nuestra principal bandera. primero la paz, la paz completa sin traiciones y sin pérfido, una paz con dignidad humana, democracia y soberanía.

¿Qué pasará con las armas? ellas serán, como dijo nuestro comandante Manuel, la garantía del cumplimiento de los acuerdos.

El IRA en Irlanda en esta materia asumió un solo compromiso: colocar las armas fuera de su uso y eso ocurrió, las guardó frente a testigos muy prominentes.

El Acuerdo de Viernes Santo como se le conoce lleva más de 20 años y no pasó nada, ¿Cuál es el problema?”.

Agrega el líder insurgente:

“En este y en todos los siglos tendremos que luchar por un nuevo orden social justo que garantice la emancipación humana.

El siglo XXI (21) debe ser el siglo de la lucha por la libertad, el siglo de la insurgencia mundial de los pobres de la tierra contra la tiranía del capitalismo: eso justifica y bendice el alzamiento en armas y en ideas por un mundo mejor. es natural revelarse contra la opresión.

El neoliberalismo entiende la libertad en términos de propiedad y capacidad de compra y de consumo; no son iguales ni gozan de los mismos derechos, por ejemplo, el terrateniente que posee miles y miles de hectáreas y el campesino que solo tiene tres (3), ni se puede equiparar al empresario Sarmiento Angulo, clasificado por la revista Forbes como uno de los más ricos del mundo, con la gente del común: con el estudiante, el campesino, el indio, el negro, a no ser que resolvamos luchar unidos por nuestros derechos.

Ahí sí las cosas tienen que cambiar, no más ese engaño de que el derecho de cada uno llega hasta donde empieza el derecho de los demás.

No estamos de acuerdo con que unos pocos propietarios sean dueños exclusivos de derechos ilimitados mientras las mayorías viven en la miseria y no tienen ni donde caer muertos.

En este injusto orden social la libertad de un propietario llega hasta donde alcanza el límite monstruoso de su propiedad.

La verdadera libertad implica no oprimir a nadie, un pueblo es verdaderamente libre cuando no oprime a los demás pueblos como diría el inca Yupanqui.

Entonces, la verdadera libertad no oprime a nadie, un pueblo que oprime a otros pueblos no puede ser libre, todos los pueblos del mundo que han lidiado por la libertad, nos dice Simón Bolívar el libertador, han exterminado al fin a sus tiranos.

La libertad se logra en comunión con la libertad de los demás. tenemos que juntar nuestros sueños para multiplicar nuestra libertad hacia el infinito para convertirnos en fuerza irresistible del cambio y en potencia transformadora.

Márquez asegura que viene para el futuro en la lucha de la segunda Marquetalia:

En lugar de una nueva fase de guerra lo que queremos es una nueva era de paz y de bienestar para todos.

Nos guía una estrategia que coloca su acento en la unidad del movimiento social y político, en la conformación en lo inmediato de un Gobierno de coalición democrática.

Nuestro esfuerzo está orientado a fortalecer la soberanía del pueblo de tal manera que ningún usurpador se coloque en su lugar.

En el manifiesto de agosto de 2019 está la respuesta a su pregunta, ahí expresamos que nuestro enemigo no es el soldado ni el policía respetuoso de los derechos ciudadanos, lo que queremos es verlos luchando al lado del pueblo por los cambios que reclama Colombia desde hace muchos años.

Hemos dejado claro que nos defenderemos si nos atacan y que habrá una nueva modalidad operativa.

Así califica Márquez el gobierno del presidente Iván Duque: 

El gobierno de Duque es el peor de los peores en las últimas décadas, Dios nos libre de tener en el futuro un Gobierno semejante.

Su obra más horrorosa fue negarle a Colombia el derecho a la paz, su “sofisma de paz con legalidad”, un término que no existe en las trescientas tres (303) páginas del Acuerdo de la Habana fue su caballo de Troya para hacer trizas el acuerdo o “ese maldito papel”, como lo llamaron los del Centro Democrático de Uribe.

El gobierno de Duque es un Gobierno acorralado por la ilegitimidad, la narrativa oficial cataloga a las Farc-EP, Segunda Marquetalia, como un grupo residual, narcotraficante y terrorista.

Sobre tales abrupto solo queremos resaltar que quienes lo afirman son agentes del primer narcoestado del mundo y un presidente elegido con dineros recolectados por el narcotraficante José “el ñeñe” Hernández, descarado.

Por eso, desde mayo del año pasado, propusimos la revocatoria del mandato de Iván Duque, no solo por sus vínculos mafiosos ampliamente retratados, sino por la represión violenta contra un pueblo que se levantó en protesta contra el mal Gobierno.

Que responda por los más de 100 jóvenes muertos en la protesta y por los desaparecidos. Duque no puede creerse la encarnación de la voluntad del soberano, se cree el super, pero no es más que un usurpador de la soberanía del pueblo.

Finalmente, así se refiere Iván Márquez a quienes fueron sus antiguos compañeros de armas y hoy forman parte del partido político Comunes con representación en el congreso, curul a la que Márquez renunció poco antes de regresar al monte.

Sin ánimo de ofender ni polemizar, vemos muy poca actividad política y parlamentaria en ese partido para pelear por los derechos del pueblo, de la gente y de los mismos guerrilleros.

Algunos de sus dirigentes más visibles pareciera que actúan para demostrarle al Estado que ya no son lo que fueron, que su antigua ideología revolucionaria ya no es un problema.

 

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