X-Men Apocalipsis es ultra religiosa e híper uribista, y tremendamente cara, como una campaña política, o como un acto de mártir. "Hijos míos yo soy la respuesta", repite el Apocalipsis como un Uribe de raca mandaca, o peor aún, como un líder religioso ganando adeptos y puntualizando que no es otro camino, sino el de él, aquel que es válido. Por supuesto es muy sólida, sobre todo en su primera mitad, una tremendamente lenta y atmosférica que un muchacho hiperactivo y con sobredosis de azúcar por la gaseosa odiaría, pero que un adulto acostumbrado a un cine más serio agradecería. A mí me encantó ese arranque, Magneto tiene que repetir una pérdida espantosa luego de tener que haber visto a su madre morir en un campo de concentración. El dolor en el rostro de Michael Fassbender es algo impagable. Te duelen y te remuerden las razones de un villano que te pone a entender en sentimiento vivo por qué es cómo es.
Hay un personaje que vuelve a poner el listón muy alto, con una secuencia llena de adrenalina, embriagadora o enmarihuanadora, ccmo sea, pero muy feliz, y es la de Quicksilver. ¿Recuerdan ese pelao que corría enloquecido en Días del futuro pasado mientras iba pausando el tiempo? Aquí vuelve a aparecer este hijo embolatado de Magneto en la que quizá sea la escena más inteligente y mejor elaborada de esta película. No se olvida, como tampoco se olvidará el cameo de Wolverine, salvaje, sangriento, embrutecido y enloquecido y muy cercano a eso que quieren hacer con Old Man Logan, una película del guepardo para adultos, violentísima y sangrienta. Otra secuencia para recordar.
De entre todas las películas de la saga mutante, X-Men Apocalipsis dista de ser la más buena, mejor se puede pensar que está más cerca de ser la más monótona, sobre todo en su eterno tramo final, que sin ser lento como su brillante inicio, es rápido pero carece de ideas. Mención aparte a dos pilares absolutos de toda la película, un Oscar Isaac como Apocalipsis o En Sabah Nur, un villano negro como una pesadilla, pero escrito con un motivo pésimo para sostener el conflicto de la película entera, destruir la tierra para rearmarla a su antojo, razón que ya pasó de moda en los noventas. Y Charles Xavier, un James McAvoy más sabio e interesante que el mismo Patrick Stewart, y que es la guía para que estos grandes mutantes vayan encaminados a ser grandes seres humanos.
Si tan solo Bryan Singer hubiese seguido los pasos maduros conseguidos por James Mangold en Wolverine Inmortal, mismas huellas logradas por Marvel en Capitán América: El Soldado del Invierno, X-Men Apocalipsis hubiera podido ser algo relevante y atemorizante. Por el contrario, y por esa confianza ciega en los efectos especiales, este Apocalipsis poco miedo da, poco respeto inspira. Se puede entender como una película correcta pudiendo haber sido una película con un nivel emocional intenso – esto solamente se logra durante la primera mitad -. Lastimosamente el desenlace rechina y francamente aburre.
X-Men Apocalipsis no es redonda, está muy bien hilvanada con días del futuro pasado que es muy distinto. Se echa de menos a un villano que de susto y se acaba rogando por una película menos virtuosa en efectos, y más profunda que un corcho de botella de vino.