El remedio está saliendo mucho peor que la enfermedad. En la capital colombiana, la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP) no solo se ha mostrado permisiva con el despilfarro de bolsas plásticas en el actual esquema de recolección de basura, sino que lo está fomentando con la instalación exagerada de las nuevas canecas metálicas en la vía pública.
Como ya se denunció en un artículo previo en este espacio, nunca antes en la historia de Bogotá los operadores de aseo habían desperdiciado tantas bolsas plásticas, supuestamente oxodegradables (que solo se fragmentan más rápido, pero generan microplásticos), en las labores de barrido y recolección de basura, algo absurdo e irresponsable en una época en que los residuos plásticos se han vuelto un problema grave. Esta mala práctica debe erradicarse: cero bolsas plásticas en el esquema de aseo.
Y aunque la misma ley fija límites al número de bolsas que se pueden utilizar (límites que la UAESP no ha hecho respetar), con las nuevas canecas instaladas muy cerca una de otra el despilfarro de bolsas plásticas alcanza niveles alarmantes.
Según el artículo 7.1 del reglamento técnico-operativo del servicio de recolección, barrido y limpieza de vías y áreas públicas en el distrito (Resolución 114 de 2003), se pueden usar a lo mucho entre una y dos bolsas plásticas de 10 kg cada 100 metros, dependiendo del tipo de vía (máximo 1,7 bolsas en residencial, 2 en comercial, 1,5 en mixta y 1 en industrial).
No se necesita ser un genio (simplemente tener conciencia ambiental y tener presente la normatividad) para deducir que si las nuevas canecas dobles (para reciclables y no reciclables) se instalan cada 10, 20, 30 o incluso 50 metros, como está ocurriendo por doquier, el desperdicio de bolsas plásticas aumenta exponencialmente.
Si las antiguas canecas metálicas verdes, individuales, están instaladas en promedio cada 50 metros, entonces se respeta al menos el límite de que haya solo dos bolsas plásticas cada 100 metros en zona residencial o comercial.
Por simple regla de tres, en las calles y avenidas de zonas residenciales las nuevas canecas dobles deberían instalarse al menos cada 118 metros, en las de zonas comerciales cada 100 metros, en las vías mixtas y avenidas sin comercio máximo cada 133 metros y en las vías de zona industrial cada 200 metros.
Estos sencillos cálculos, que fijan distancias que no se están respetando, dan una idea del nivel de incompetencia, si se trata de acciones inconscientes, o del muy grave nivel de irresponsabilidad, si son acciones conscientes, de quienes desde la UAESP han dispuesto esta instalación excesiva de las nuevas canecas metálicas.
Se fomenta que la gente bote más basura y mal
Otro agravante con la instalación exagerada de las nuevas canecas es que no solo se fomenta el despilfarro de bolsas plásticas entre los operadores de aseo encargados de recogerlas, sino que se “invita” a la ciudadanía a botar más basura y mal.
Es sabido que muchas empresas han implementado planes internos de gestión de residuos sólidos, con canecas de colores, para promover la separación de basuras en la fuente. Y a falta de canecas en la vía pública, mucha gente solía guardarse su basura para botarla separadamente en las canecas instaladas en su lugar de trabajo.
Ahora, en cambio, a la gente se le hace más fácil botar su basura en las nuevas canecas. Y aunque están marcadas como “reciclables” y “no reciclables”, a falta de campañas masivas e intensas de sensibilización, la gente, inculta, está revolviendo todo.
Todo esto es consecuencia directa de la instalación de las canecas sin la adecuada planeación con criterios de eficiencia, diseño sostenible y sensibilización previa, con el consecuente despilfarro de recursos públicos que al final salen de los impuestos de la ciudadanía y sobre todo en detrimento del planeta.