De niña lo que le hacía ilusión era abrir las cajas de los libros que llegaban al Zancudo, la librería que tenía su papá, el periodista Bernardo García y su mamá, la investigadora de la Universidad Externado de Colombia Cristina De La Torre. En ese lugar escuchó por primera vez una palabra que la perseguiría toda su vida: Amenaza. Bernardo y Cristina fueron durante buena parte de la década del setenta las cabezas de Alternativa, la revista de izquierda más conocida en Colombia. Juntos soportaron el acoso del gobierno de Julio César Turbay quien persiguió a todo lo que sonara a insurgencia. Los términos McCartismo, Balanza de pagos y Socialdemocracia, se le quedaron tatuados en el alma de tanto escuchárselo repetir al grupo de amigos que sin falta visitaba El Zancudo.
Desde que empezó a estudiar en el Colegio Juan Ramón Jiménez se le notaron las ganas de provocar. Mientras sus compañeras lloraban con series melosas y mujeriles como Candy, ella se desmoronaba ante las injusticias que tenía que soportar Jean Valjean, el protagonista de Los Miserables. Nunca le gustó la televisión e incluso ahora, mientras termina un doctorado en Literatura Española en la Universidad de Nebraska, trata de leer el periódico en impreso así se le manchen las manos de tinta. Estudió literatura en Los Andes porque sólo le gustaba hacer una cosa: leer. Leer y escribir. Desde los 20 años empezaron a aparecer sus descarnadas columnas en El Tiempo y con ellas llegaron los problemas y las amenazas.
En Lincoln, la pequeña ciudad de 260 mil habitantes donde vive, María Antonia se conecta al Twitter como si fuera un cordón umbilical con Colombia. Sus 41.500 seguidores saben que los dardos que votan tienen un solo objetivo: Álvaro Uribe Vélez. El resquemor por el ex presidente es un asunto de familia. El último libro que publicó su mamá se tituló Álvaro Uribe o el Neopopulismo en Colombia. En varios de sus trinos ha quedado patentado ese odio visceral. Éste, del 2014, en plenas elecciones presidenciales, la convirtió en una presa constante de las huestes uribistas que se mueven por el ciberespacio.
Desde entonces ha llamado docenas de veces Genocida al ex presidente. Sus trinos comenzaron a volverse virales desde el año 2014 pero, el viernes 14 de abril, horas después de que en un accidente automovilístico muriera Martín Elías, el más famoso de los 21 hijos de Diomedes Díaz, este twitter la hizo el centro de la polémica en Colombia.
La columnista le recordaba al país la muerte de Doris Adriana Niño, ocurrida hace 20 años y por la cual Diomedes Díaz fue condenado. Inmediatamente cientos de insultos empezaron a llegarle a su Twitter. Algunos tenían el tufillo inconfundible de la amenaza.
El Tiempo, el diario donde escribe desde hace cinco años, también la dejó sola al emitir un comunicado en donde se desmarcaba del desafortunado trino. Desde Lincoln, Nebraska, María Antonia podía sentir el odio que precede al linchamiento. Inmediatamente le sacaron en cara el pasado de izquierda de su padre, el portal Los irreverentes lo asoció a una célula del M-19 y, además, le endilgaron la muerte de una mujer en Bélgica mientras era estudiante de la Universidad de Lovaina. Resquebrajada dio entrevistas a la W y a Blue Radio en donde no tuvo otro camino que pedir disculpas por su exabrupto.
El odio que ha tenido que soportar en redes desde el viernes pasado no le ha hecho pensar en cerrar sus cuentas. Al contrario, María Antonia García De La Torre sigue creyendo que Twitter ha servido para poner en evidencia temas que hubieran pasado de agache en Colombia y, ahora, mientras la tormenta sobre ella arrecia, tiene como consuelo ver como su número de seguidores crece con las horas.