La tristeza de reconocer que Woody Allen es un pedófilo

La tristeza de reconocer que Woody Allen es un pedófilo

El primer capítulo de la serie Allen vs Farrow, aporta suficientes pruebas para despejar cualquier tipo de duda sobre los abusos del cineasta a su propia hija

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febrero 28, 2021
La tristeza de reconocer que Woody Allen es un pedófilo

Woody Allen es mi ídolo y fui durante muchos años uno de esos locos que anteponían la obra del genio a los crímenes del monstruo. Ni siquiera creía las denuncias que hacía Mia Farrow y su hija Dylan. Le creía a Moses Farrow, uno de los hijos mayores del cineasta, cuando afirmaba que todo se trataba de los lamentos de una esposa despechada. Allen significaba para mi todo lo bueno de este mundo, un filósofo, un pensador capaz de convertir la neurosis en algo sexy.

Pero hay que ser un idiota para negar el impacto que significa ver el primer capítulo de Allen vs Farrow, la serie documental que acaba de estrenar HBO. Los testimonios, las pruebas, las observaciones de los sicólogos que trataron a Allen por el exceso de cariño, la intensidad con la que trataba a la pequeña Dylan es simplemente horroroso. Un documental revelador y concluyente. No podemos hacer nada contra la evidencia.

Lo triste es que el monstruo siempre estuvo ahí, como un elefante en la sala al que no queríamos ver, al que respetamos porque era un hombre poderoso. Los privilegios de vivir en una sociedad patriarcal. Su relación con la hija adoptiva de Farrow, Soon-Yi Previn ya es de por si desagradable. Durante años los medios trataron de minimizar lo aberrante que es que Allen engañara a su pareja con su propia hija, a la que conoció cuando tenía 9 años y a la que le lleva más de tres décadas. Los periodistas que defendieron al genio sólo por haber construido monumentos como Alice, Hannah y sus hermanas, Días de Radio, Match Point y Blue Jasmine sacaban a colación testimonio de Soon-Yi muy fuertes contra Farrow, al decir que la adoptó sólo para tratarla como una empleada doméstica. Nos gusta el cine y queríamos ver más obras maestras. Pero en estos tiempos el arte importa menos que la vida, hay que aceptarlo y está bien.

Farrow y Allen fueron una de las duplas más gloriosas en la historia del cine, sólo comparada a la de Bergman-Ullman. La química del plató se convirtió en un romance verdadero que siempre tuvo sus particularidades. Mia tenía 7 hijos adoptivos y Allen no quería saber nada de criar niños. Vivieron en apartamentos separados y sólo tuvieron dos hijos, Dylan, quien fue adoptada a los seis meses de nacida y Roman que es biológico. A la actriz y a sus amigas les molestaba profundamente el apego desmedido que sentía el cineasta por Dylan, un amor excluyente y que se manifestaba por un exceso de abrazos, de besos, de energía y que derivó, según cuenta la propia Dylan en el documental, en un abuso sexual constante durante toda su infancia. Mia muchas veces interpeló a su pareja pero él se mostraba indignado cada vez que tocaban el tema y ella se arrepentía y se disculpaba por haber pensado que era un monstruo.

Pero todas las vendas cayeron cuando Farrow descubrió las fotos pornográficas que le tomaba Allen a la joven. El escándalo explotó en 1992 y Woody se casó con su hija en una fastuosa boda en Venecia en 1997. Él tiene 86 años y la desgracia de haber vivido lo suficiente como para ver su propia decadencia artística. Sigue con la costumbre de sacar una película al año pero desde el 2013, con Jasmine, se nota el cansancio, la repetidera, la monotonía y acaso la depresión profunda de la página en blanco. La inspiración ha desaparecido.

Es triste que la estatua que acaba de caer no sea la de un prócer sino la de un tipo que nos dio tantas alegrías. El creador de personajes femeninos tan potentes como Annie Hall resultó siendo otro hombre que odiaba a las mujeres. Si, sus películas quedarán pero el entusiasmo que nos generaba desaparecerá. Yo no tengo un gramo de energía para volver a apreciar la impresionante interpretación de Gena Rowlands en La otra mujer y me importa un comino Angélica Houston en Crímenes y pecados. Allen usó su poder para atacar y destruir a la familia de la mujer que lo adoró. Es un monstruo y la pena que deberá pagar es la de despreciar su obra, así nos duela tanto.

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