No fue fácil para Rubén Blades abrirse camino en los escenarios y mucho menos después de haberse retirado, en 1984, de la Fania, el sello disquero más importante de salsa. Las diferencias con los dueños de la productora por cuenta de sus planteamientos sociales y políticos que siempre han sido su bandera para cantar y expresarse tanto en la tarima como por fuera de ella lo llevaron buscar la independencia.
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Por el significado y el mensaje de sus letras —antes y después de la Fania— lo han tildado hasta de comunista y revolucionario. Por muchos años lo llamaron el salsero protesta. pero la realidad, como él mismo lo ha explicado y defendido una y otra vez, es un artista que desde siempre ha compuesto letras de la calle con las que narra lo que pasa en la vida real, con las que defiende y acompaña al pueblo, que es el que lo ha hecho grande y le ha dado motivación hasta para ser buscar ser presidente de Panamá, donde nació hace 75 años. Ahora lo llaman el padre de la salsa intelectual.
Las letras de Rubén Blades, autor de Pedro Navajas, han contado tantas verdades sociales que hasta los más poderosos han intentado silenciarlo. Por más de 15 años lo vetaron de las emisoras de Estados Unidos por su canción Tiburón, que habla de la invasión de Estados Unidos en El Salvador, que pasaba por aquellos años 80 en una guerra civil, a la que también se refirió en la canción El padre Antonio y el monaguillo Andrés.
Pero de todas las canciones que ha compuesto, una de ellas no la pudo cantar por muchos años en los escenarios, no por el miedo al poderoso Estados Unidos, que a la larga poco le importaba, sino porque su corazón se lo impedía. Cada vez que él y su grupo Los seis del solar, que fundó luego de salir de La Fania, iban a tocar Amor y Control, todos entraban en llanto.
Saliendo del hospital, después de ver a mi mamá, luchando contra un cáncer que no se puede curar…. Es el comienzo de Amor y control y cuenta literalmente el sufrimiento que le causó la mortal enfermedad y posterior fallecimiento de su señora madre, Anolan Díaz, quien padeció un cáncer que, como lo dice la canción, no tuvo cura.
La mamá de Blades era tan importante y querida para sus músicos, a quienes atendía como a sus propios hijos, que cuando intentaban tocar la canción, alguno de ellos fallaba, se desconcentraba o sencillamente entraba en llanto y la canción ni siquiera llegaba a la mitad. Por esta razón tomaron la decisión de no tocarla en vivo por un par de años.
Amor y Control de Rubén Blades, que ya tiene casi 40 años, un himno de la salsa que reivindica la importancia de la familia, como muchas otras escritas por el cantautor, músico, actor, abogado, político, activista panameño y exministro panameño, refleja su vivir y el de la gente pobre, humilde, desamparada, a la que siempre le ha cantado, la que lo ha inspirado y por la que se ha enfrentado y se seguirá enfrentando hasta con naciones enteras con la única arma que ha usado, su voz acompañada de sones y maracas.
