La imagen de Luis Gustavo Moreno (exfiscal anticorrupción) con casco y chaleco antibalas es una gráfica exacta de este país. Lo digo porque representa una nación corrompida hasta los tuétanos y, al tiempo, protegida por la misma ley.
Puede uno imaginarlo haciendo negociaciones para que no lo trasladen del búnker de la que otrora fue su sitio de trabajo, desde donde impartía órdenes y hacia señalamientos.
El adalid de la pulcritud en su mazmorra seguramente ruega para permanecer como reo con privilegios. Aun así, probablemente esté medroso y siempre alerta, pues desconfía de los que fueron sus subalternos.
Así es Polombia, el país en donde el pecado no es cometer delitos, sino que te pillen. Todo el mundo sabe que todos ellos son delincuentes, pero, por diferentes razones, no se les ha probado y atreverse a ponerlos en evidencia es una sentencia.
Si se sacará cuentas del número de funcionarios delincuentes procesados y condenados de seguro, los números nos darían una idea. Pasan luego al bando de los ''pillados'', mientras que los "no pillados" siguen con el manido discurso de ser hombres probos hasta que los cojan en ''una jugadita''.
La fotografía de Moreno dibuja a este querido país, en donde el tesoro público termina de una u otra forma siendo usufructo de los cacos.
Compren los cascos y los chalecos, en los municipios, en los departamentos, en todas las regiones, ¡para todos hay!