Pocos periodistas han tenido la valentía de enfrentar a los poderosos, a la violencia de este país, como la gran Maria Jimena Duzán. Todos los que intentamos ser columnistas combativos inspirados en ella. Pero ninguno se ha tenido que enfrentar a Pablo Escobar. Es que la señora Duzán, cuando era una joven reportera de El Espectador en 1983, buscó el archivo del periódico para encontrar una foto donde se comprobaba que el congresista liberal, Pablo Escobar Gaviria, había estado preso en Ecuador por llevar cocaína en las llantas de su Renault 4. Ella fue la que convenció a su jefe, el gran Guillermo Cano, de publicar un confidencial delatando al capo. Desde entonces Pablo Escobar hizo de El Espectador uno de sus odios más intensos, llevándolo a ponerle bombas, a comprar ediciones enteras para destruirlas, a matar al kioskero que vendiera sus ediciones y a asesinar a Guillermo Cano en 1986. La Duzán aguantó al lado de su jefe como lo que era, una guerrera mayor. Ella fue la que sacó a Gabo de una fiesta en La Habana para contarle que su gran amigo, el legendario periodista, había sido asesinado. Ella fue la que tuvo que identificar el cuerpo de su hermana masacrado por soldados del Batallón Bomboná en Urabá mientras hacía una investigación. No hay duda que nadie tiene la garra de la señora Duzán.
Por eso me dolió verla ayer en el Movistar. Quiero contarle a la gente que el petrismo es bastante gracioso. Habla de equidad pero en sus eventos le encanta dividir por sectores. Mientras al pueblo lo dejaban en las graderías, a los periodistas nos dieron la parte de atrás de la platea y a Roy y a su gente el VIP. Ahí estaba la Duzán, con los ojos vidriosos, asustada y ansiosa porque el candidato suyo ganara. Maria Jimena salió porque no le quedó de otra de Semana. Si bien Coronell y Daniel Samper Ospina lo hicieron a la par de Antonio Caballero cuando sintieron que la línea editorial impuesta por la nueva directora, Vicky Dávila iba en contravía con sus credos ideológicos, Maria Jimena aguantó unos meses más hasta que el clima se volvió irrespirable. En Semana sus columnas tenían peso, visibilidad. Sin ese espacio Julio Sánchez le abrió las puertas de W Radio pero el formato no funcionó, así que lo intentó en el podcast, A Fondo con Maria Jimena, súper publicitado y con el respaldo de su trayectoria, pero dos cosas han afectado el desarrollo del mismo, uno que como periodista se escribe o se habla, las dos cosas solo lo podrían hacer Andrés Salcedo, lo otro es que el peso ideológico, su cercanía con Petro, está aplastando a la señora Duzán. En los podcast durante los 15 dias que duró la campaña de la segunda vuelta lo único que hizo fue intentar encontrarle los pies de barro -que los tenía- a Rodolfo Hernández y ensalzar a Petro. Eran programas insustanciales que les hacía falta lo que hace grande a cualquier artículo de opinión: los datos.
Ayer en el Movistar Maria Jimena no era una periodista que estuviera cubriendo unos resultados electorales, no, ella era una fan que había apoyado tanto la campaña que el mismo equipo de Gustavo Petro le reconocía esto dejándola sentar al lado de Juan Fernando Cristo o Gustavo Bolívar. Ella ahora forma parte del Poder que estará en la Casa de Nariño mandando, ¿le alcanzará la cuerda y la honestidad para ejercer a lo que ella históricamente está obligada? ¿A develar los fallos de la gente que nos manda? Está demasiado comprometida. Ya no es periodista, ahora es militante.