Al mando de la camioneta les presentamos a don Gilbert. Trabaja en el negocio de transporte en La Guajira hace más de 40 años. Tres matrimonios encima -uno con una mujer wayú- y 9 hijos. Además de que conoce, y la región lo conoce a él muy bien; la principal ventaja de Gilbert es su tenacidad para mostrar lo bueno de la Guajira. Nada de pimpineros, mal estado de las vías, falta de agua; don Gilbert va a decirle dónde hay bonita artesanía, dónde comer chivo bien preparado, o langosta, a qué horas ir a ver aves en Manaure, cómo comprar el pescado bien fresco, y cuáles son los mejores hospedajes y lugares para contemplar el paisaje. Su compañía, a lo largo de horas y horas de carreteras, ha sido de enorme ayuda para esta expedición que va tras signos cotidianos del paradigma de El Cuidado.
-“La Guajira es hermosa, muy hermosa. Lo que pasa es que ajá, mucha gente que viene a veces no vuelve porque aquí la gente es a exprimir al turista, a engañarlo. Somos como muy cortoplaciplacistas.
-“¿Cortoplacistas?”
-“Ajá. Yo en cambio trato de ganarme mi plata pero ajá, mi objetivo es sobretodo que la gente vuelva, que quiera esto, que cuide La Guajira. De eso es que vivo. Con eso es que he educado a mis 9 hijos. Uno está haciendo su doctorado en Chile.
-“¿Y conquistado tres mujeres?”
-“Ajá eso también. Sí (ríe).”
Gilbert Solano
Toro. Lo recogimos en el Cabo de la Vela. Ha hecho mil cosas a lo largo de la vida pero ahora último vive allí dedicado principalmente a la pesca. Don Gilbert lo ha reclutado como intérprete del wayuunaiki y cuando llueve, Toro es un vaquiano experto que conoce al dedido el terreno y busca los caminos más secos y estables.
-“Aquí hay mucho contrabando pa Venezuela, Aruba, Panamá, Centroamérica… wiskey, ropa, droga.”
-“¿Y sí es buen negocio?”
-“A mí muchacho me propusieron. Toro dijo no. Un tío dijo sí. Al poquito se murió, se cayó en una avioneta. Toro pobre pero vivo”.
Toro