Los resultados de las pasadas elecciones del 27 de mayo de 2018 en Colombia dejaron un escenario totalmente polarizado; ahora los colombianos tenemos que elegir en una segunda vuelta entre la derecha representada por Iván Duque del partido Centro Democrático y la izquierda liderada por Gustavo Petro del partido Colombia Humana.
Sin duda alguna estas son unas elecciones históricas, primero por estar enmarcadas dentro del fin del conflicto armado con la guerrilla más vieja de Latinoamérica (Farc- Ep) y del proceso consiguiente a esto, que hoy en día es tan común hablar y el cual también ha traído adeptos y adversarios, dando como resultado la agudización de la división de opiniones entre los ciudadanos; además, por considerarse una disputa presidencial entre la perspectiva de dos modelos económicos abismalmente opuestos, según las corrientes ideológicas y políticas que cada candidato representa. En conclusión, este es un punto de inflexión, donde se define el rumbo del país, en cuanto a la etapa posterior a la firma del acuerdo y de otras problemáticas que aquejan la realidad del país y, sobre todo a la sociedad. Es por esto que por primera vez en Colombia desde 1999 se superó el abstencionismo con el 53% de los ciudadanos que asistieron a las urnas para la primera vuelta, no obstante, esta situación solo se presentó en las grandes ciudades, porque en otras regiones el gran ganador fue la abstención de la ciudadanía.
Sin embargo, surge un gran interrogante: ¿en segunda vuelta el abstencionismo volverá a ser cosa del pasado o estará presenta una vez más? Como se encuentra la coyuntura política del país se podría decir que es una pregunta fácil de responder, pero de la cual se pueden presentar varias situaciones.
Los resultados de las elecciones presidenciales dejaron un país divido, en donde las nuevas oportunidades de centro no lograron pasar a segunda vuelta, como fue el caso del candidato Sergio Fajardo que por tan solo 261.558 votos no superó a Gustavo Petro y no alcanzó a disputar la segunda vuelta presidencial del país. Aunque quedamos en los extremos, los resultados totales de las elecciones se pueden decir que son positivos para la democracia ya que la concurrencia fue mucho mayor que las del Congreso y de elecciones de años anteriores.
El interrogante que se hizo anteriormente sobre el abstencionismo, cobra relevancia en este momento, ya que estamos de frente a la segunda vuelta presidencial y lo ideal sería que el abstencionismo se mantuviera o redujera su porcentaje, pero existiendo esta polarización que, hace más atractiva la abstención justificada en la falta de identidad partidista y política del momento.
Tenemos que tener en cuenta que la historia colombiana y sobre todo la cultura de participación de este país es muy baja y al momento de ejercer su derecho y deber de participación mediante el voto no hacen excepción; los ciudadanos votan, prefieren no hacerlo, ya que la antipatía hacia el sistema de gobierno y los resultados que este ha mostrado ha fortalecido la desconfianza y han fracturado la relación entre ciudadanos y políticos. Por esta razón, y la suma de la división de extremas que presenta esta nueva elección presidencial forman posibilidades claras de la conducta del electorado colombiano y como ya se mencionó, en esta oportunidad se suma el no sentirse medianamente identificados con los candidatos a elegir.
Por una lado, en este nuevo marco se puede revivir la abstención, a causa de la misma división extrema entre derecha e izquierda que ha polarizado al electorado (sobre todo, en aquellos que votaron por el centro o el voto en blanco, que es otro gran fortalecido para esta segunda vuelta), pues estos no se ven representados o no se sienten identificados por ninguno de estos candidatos y sus intereses, ya sea por sus radicales ideas sobre temas, propuestas y formas de accionar, se espera que estas elecciones arrojen una alta disminución en la participación de la ciudadanía.
Aunque no se puede desconocer que la división entre los extremos ayuda a reforzar identidades hacia un partido o un candidato en particular, en algunos casos ayuda a confirmar votos, pero en otros, estas identidades solo se convierten en votos de opinión, el cual ayuda a formar criterios sobre esta coyuntura, pero que, aunque son muy fuertes en redes sociales, no se logra reflejar en las urnas y queda solo en eso…. En “una opinión”.
No obstante, es necesario tomar en cuenta algunas situaciones que pueden incentivar la masa electoral, como por ejemplo, el miedo. Este es un factor primordial al momento de las votaciones e inyecta en los ciudadanos ánimos para contrarrestar resultados que se van dando a conocer por medio de encuestas, redes sociales o los medios de comunicación tradicionales.
A partir de esto se puede concluir que en primera vuelta de las elecciones presidenciales se logró una votación mayor a la de años anteriores, tal vez porque las opciones polarizadas y extremas dieron espacio también a alternativas de centro de los dos extremos y esto hizo que más ciudadanos se sintieran identificados y movidos pasionalmente a acudir a las urnas. Es así como podemos concluir que gracias a los resultados de polarización, el abstencionismo puede estar en esta segunda vuelta más presente que nunca, pues nuevamente los ciudadanos se enfrentan a tres de sus más grandes razones para no ejercer su voto: la primera, es pensar que su voto no va a cambiar nada y que todo está definido; la segunda, que no se siente identificado con ninguno de los candidatos; la tercera, que no es un asunto de su interés.
Es el momento de tomar una decisión y cambiar el resultado de las elecciones de la segunda vuelta, recordemos que el empoderamiento de las decisiones recae en los ciudadanos y solo nosotros podemos realizar transformaciones para el país, y estas empiezan por un solo voto… ¡Tu voto!