Días después de que el ejército en la Operación Jaque liberara a Ingrid Betancourt, Yolanda Pulecio viajó con su hija y sus dos nietos, Mellanie y Lorenzo, quienes nacieron del primer matrimonio de la excandidata presidencial con el diplomático francés Fabrice Delloye, rumbo a París para desconectarse por completo del país y enterrar tanta tristeza. En los seis años que duró secuestrada Ingrid, Yolanda Pulecio enarboló las banderas de la liberación no solo de su hija sino de quienes estaban en cautiverio y fue el gran apoyo de sus nietos. Los medios la seguían donde estuviera y por esto decidió poner distancia.
Y es que la búsqueda que emprendió para que las Farc entregara sana y salva a su hija la llevó a entrevistarse en más de una ocasión con Hugo Chávez, quien al mismo tiempo mantenía una seria disputa con Álvaro Uribe. En Colombia, el presidente tenía una aceptación que rozaba el 80% y los acercamientos de Pulecio con el líder de la revolución bolivariana podían ser considerados una verdadera traición. No le importó. Se aferró públicamente al presidente venezolano mientras Uribe descartaba la posibilidad de hacer un acuerdo humanitario con Tirofijo y sus tropas para obtener la liberación de Betancourt. Para Pulecio, Chávez tenía un gran corazón, como lo afirmó en medios internacionales, palabras que nunca le dedicó a Uribe.
Yolanda Pulecio es conocida en Colombia desde 1958. Ese año fue coronada Reina Nacional de la Belleza y creó además su gran objetivo de vida: el amparo de gamines, que unos cuantos años después se llamaría Albergue de Niños de Bogotá. La llamaban Mamá Yolanda. Una sensibilidad hacia los desprotegidos que cultivó desde niña cuando, durante la década del 40, veía cómo decenas de muchachos amanecían en el jardín de la casa paterna de Teusaquillo, ateridos de frío y sin ningún tipo de protección.
Pulecio se fue a Europa muy joven, a los 15 años viajó con su familia a Barcelona. Aún recuerda la dirección en la que vivió: Rambla de Cataluña 103. Allí estudió lo que más le apasionaba: arte, en una escuela situada justo frente a la Sagrada Familia, la colosal obra construida por Gaudí. Dos años después, cuando su familia regresó al país, siguió estudiando pintura. El arte dominaba cada aspecto de su vida. Pero, según ella, el contacto con la realidad fue un cimbronazo del que nunca se recuperó y por eso se olvidó de los pinceles y se dedicó de lleno a su albergue. Una causa que la acompañó siempre y que también influiría en su hija.
En su trabajo social en Bogotá conoció a quien sería su esposo, Gabriel Betancourt Mejía, un destacado dirigente conservador, mucho mayor que ella, comprometido con la causa de la educación. Fue ministro de Educación de Gustavo Rojas Pinilla y creador del crédito estudiantil para que los más pobres tuvieran acceso a la educación, la base del Icetex.
A principios de la década del setenta le ofrecieron a su esposo un cargo en la Unesco en París. La familia se trasladó a vivir a París con las dos pequeñas Ingrid y Astrid, de donde les viene el gran arraigo a la cultura francesa. Tal y como lo cuenta Ingrid Betancourt en su libro Rabia en el corazón, se fueron a vivir en el Rue de Foche, en uno de los barrios elegantes de París, donde crecieron rodeada de cuadros de grandes maestros, muebles del siglo XVIII y porcelanas chinas con varios siglos encima.
Yolanda Pulecio se separó de Betancourt y reinició su vida en Colombia, ahora atraída por una nueva causa: Luis Carlos Galán Sarmiento y sus ideas progresistas que lo llevaron a separarse del Partido Liberal tradicional y fundar el Nuevo Liberalismo. Allí estuvo Yolanda Pulecio acompañándolo hasta su asesinato en 1989. Pulecio, en las filas liberales, llegó a ser representante a la Cámara por Bogotá un año después, pero tras la constituyente del 91 cuando el Congreso fue revocado terminó nombrada embajadora en Guatemala del gobierno de César Gaviria.
El país empezaba a olvidarse de ella hasta que en febrero del 2002 le ocurrió lo peor: el secuestro llegando a la zona de distensión del Caguán de su hija Ingrid por parte de las FARC. Un mes después en su apartamento en Bogotá moriría a los 83 años su esposo Gabriel. Durante los seis años que duraría secuestrada Ingrid, Yolanda aprovechó cada cámara de televisión para mostrar su dolor.
El país empezaba a olvidarse de ella hasta que en febrero del 2002 le ocurrió lo peor: el secuestro llegando a la zona de distensión del Caguán de su hija Ingrid por parte de las FARC. Un mes después en su apartamento en Bogotá moriría a los 83 años su esposo Gabriel. Durante los seis años que duraría secuestrada Ingrid, Yolanda aprovechó cada cámara de televisión para mostrar su dolor.
Lleva trece años radicada en París desde donde salió hace menos de una semana a retomar las banderas del partido que ayudó a fundar y apoyar a Juan Manuel Galán, en su intención de llegar a la presidencia.
“El Nuevo Liberalismo está vivo y sus miembros no se dan por vencidos. El Nuevo Liberalismo renace con las mismas cualidades morales con las que Luis Carlos Galán lo fundó” Yolanda Pulecio primera mujer Senadora en unirse al partido. #NuevoLiberalismo pic.twitter.com/HVtHFLbtyA
— Nuevo Liberalismo (@NvLiberalismo) November 24, 2021
Tiene 85 años y no ostenta otra ambición de estar cerca de sus nietos. La lectura y la pintura han vuelto a aparecer en su vida ya en el ocaso. Mientras tanto, y con los fantasmas ya exorcizados, muy seguramente acompañará a su hija Ingrid en la reconstrucción de su partido Oxígeno con el que estará activa, jugándosela nuevamente, ahora en la Coalición Centro Esperanza.
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