El 9 de junio de 1995 el general Rosso José Serrano viajó a Cali a asistir al sepelio de un agente de la policía, asesinado por el Cartel. Él era el Comandante de la Policía y su llegada a esa ciudad era todo un desafío para los capos. Pensaba permanecer unas horas en la capital del Valle y devolverse a su despacho a Bogotá. Pero el destino le tenía otros planes. Ese día, mientras veía como las paletadas de tierra caían sobre el cajón de madera, recibió una llamada a su teléfono satelital.
-No se vaya mi Comandante que estamos a punto de capturar a Gilberto Rodríguez.
Serrano colgó y se quedó pensativo. Tomó un poco de agua y se puso a rezar. Esta llamada ya la había recibido antes. Pero capturar a un capo mayor, El ajedrecista, no era fácil. A las dos horas volvió a sonar el teléfono. Lo habían capturado. Lo encontraron oculto en una caleta detrás de una casa desproporcionadamente lujosa en el norte de Cali. Esa captura lo catapultó como el Mejor policía del mundo.
Su hijo, Franz Serrano Evers, tenía 20 años y se sentía orgulloso de su papá. Incluso lo acompañó a Washington donde fue elogiado por la implacable fiscal Janet Reno Sin embargo la relación era distante, casi tensa.
Siempre fue un policía consumido por su oficio. Sus hermanos lo veían llegar cansado en la noche. A veces odiaba el trabajo de su papá. Enfrentarse a los carteles de la droga en esa época de los carros bomba y los atentados era exponerse a vivir con miedo, amenazado y rodeado de guardaespaldas. Incluso, según lo confesó en una entrevista a El País de Cali, fueron varios atentados en distintas ciudades: Bogotá, Cartagena y Milán.
La delicadeza de su madre, Hilde Marie Evers, impulsó a Franz a pintar y a dedicarse al arte desde pequeño. Aunque, eso sí, siempre le gustó la plata. Vendía relojes a los 16 años y su papá le puso un remoquete que sería una premonición, El Turco.
Lo suyo nunca fueron las armas ni la autoridad policial y esto era complicado para un muchacho que creció en una casa dentro de la Escuela de Policía de Bogotá, y estudió en el Colegio militar. Pero en 1996, mientras su papá coronaba triunfos, decidió escandalizar a un país todavía pacato: se lanzaría de modelo. Entró a la escuela de John Casasblancas, lo vistieron los mejores diseñadores del país, se lanzó a un concurso de belleza y fue coronado como Míster Colombia. Viajó a concursar por la corona de la belleza mundial, un evento que se realizó en Turquía donde se quedó a trabajar como diseñador en una fábrica de camisas.
Tomó su camino y se trasladó a vivir a Miami y fue de los primeros modelos colombianos que tuvo su página web, como lo hizo en el 2000 www.franzonline.com . Vendía por internet productos de belleza, publicaba videos y fotos junto a celebridades.
Se graduó como publicista en la Universidad Tadeo e intentó hacer carrera en la televisión hasta que decidió alejarse definitivamente de Colombia, para evitarle problemas a su papá y que su opción de vida no fuera un arma contra el General Roso José Serrano.
Vive en Milán, Italia, una de las capitales del mundo de la moda y encontró allí su pareja, cuya vida comparte en las redes sociales.
En el 2017 intentó regresar al país abriendo su boutique, Franz By Gygess, pero el negocio no prosperó y dos años después, en el año 2019 una mujer llamada Pepa se convirtió en la madre de su único hijo, sin embargo, se declara abierto en materia sexual.
Combina varios oficios, diseña joyas, es empresario de la moda y a donde además fue escogido por la marca dermocosmética Sederma, como su World Brand Ambassador. Cada vez que puede hace escala en Estados Unidos a donde pasa su retiro el general con su esposa.