Dar un calificativo sobre la Penitenciaria de Máxima Seguridad de Valledupar: “La Tramacúa” como “Campo de concentración”, “Centro de tortura”, “Depósito de Seres humanos”, “Cementerio de Libertades”, “Guantánamo de Colombia” o “Gulag”, puede parecer a los ojos prevenidos un exabrupto, una expresión peyorativa muy fuerte o un epíteto tremendista, fruto de alguien resentido para desprestigiar, deformando arbitrariamente la realidad. Y puede ser así. En la memoria colectiva estos conceptos remiten a formas bestiales de encierro y exterminio sistemático y planificado propio de regímenes criminales y totalitarios; una forma abierta de ejercicio de la violencia y la tortura, cuya última expresión han sido los centros de la CIA en Guantánamo o ABÚ GRAI.
Uno de los peligros que representa la aplicación dosificada, gradual y progresiva de la represión, es que las víctimas van asimilando subjetivamente las dosis y terminan considerando la situación como algo normal; y sólo cuestionarán algunos “excesos” que superan la “cotidianidad”. Es por ello, que solo un observador externo, tiene esa capacidad de sobresaltarse dando una ojeada sobre “la trivialidad”. Algunos de nosotros, pese a estar en las entrañas del monstruo, aún conservamos un mínimo de humanidad y todavía poseemos esa sensibilidad de indignación y no nos resignamos a que la violencia física y sicológica sea la cotidianidad. Por ello, de manera escueta, pretendo exponer nuestra vivencia para que ustedes, lectores, juzguen sobre la convivencia o no entre el objeto y su concepto:
- La esperanza, ese sentimiento que según Federico Nietzsche le permite al hombre soportar una vida miserable.
La penitenciaría La Tramacúa fue diseñada para funcionar sin agua. Las primeras denuncias obligaron a la construcción de un tanque, pero luego se evidenció que las tuberías no tenían suficiente capacidad, que la presión no era la indicada, que la bomba no tenía suficiente potencia, y luego, que los finqueros se pegaban del tubo para proveer agua a sus predios. A pesar de que se destinaron $2.100 millones para reparar la red hidrosanitaria, que al parecer cayeron a un bolsillo roto, no se ven obras concretas a un año de iniciadas. Son ya 13 años sin agua durante las 24 horas, y sigue el suministro por apenas unos minutos al día, que se aprovechan como se puede: un poco se almacena en canecas llenas de lama para llevarlas a la celda, pues la institución no dota de recipientes, y los pocos baldes que logran hacer los presos son decomisados por la guardia en los operativos e impidiendo su reposición.
La falta del preciado líquido hace del hábitat una cloaca, olor a orines, a materia fecal, a podrido, proliferación de moscas y lo que de esto se desprende: constantes diarreas, hongos en la piel, forúnculos y enfermedades respiratorias.
Ausencia de lavaderos para la ropa y los portas, pues unas máquinas que había para el lavado de la ropa no volvieron a funcionar.
Asimismo, la planta de tratamiento de aguas residuales no funciona y son comunes el taqueado de las cañerías y la devolución de las aguas negras en el invierno.
Aunque se superan épocas donde se nos privó de agua potable hasta por una semana con arrumes de materia fecal en los inodoros; entre un horario de agua y otro, las heces deben apilarse.
- PESADILLA KAFQUIANA
Como en El Proceso de Franz Kafka, la administración penitenciaria se erige en un entramado burocrático despersonalizado, donde sólo funcionarios de bajo perfil hacen un listado de necesidades entre amodorrados y escépticos. Lo único cierto es que cualquier gestión de tipo administrativo sólo es atendida luego de muchos derechos de petición, tutelas e incidentes de desacato. La norma para todo derecho de petición de tolerancia es que debe ser tutelado para obtener una respuesta evasiva que implica un incidente de desacato y lo más grave es que ni los mismos jueces hacen cumplir sus órdenes al, supuestamente, derecho fundamental tutelado. No sólo hay gran número de tutelas individuales ganadas sin cumplir, sino también colectivas como las del acceso al agua y la dotación de recipientes, el deporte, el hacinamiento, el servicio de televisión por cable, los lavaderos, el mejoramiento de las áreas conyugales y cubículos de visita y parques infantiles. Lo mínimo que es dotar el almacén de expendio de productos básicos para la higiene como papel higiénico, jabón de lavar y de baño, enjuague bucal, seda dental, lavaplatos, entre otros artículos, se retrasa hasta por tres meses y en llegan pequeñas cantidades, y solo se obtienen luego de protestas y amenazas de gas y garrote.
- EL CÁNCER TERMINAL DE CAPRECOM
La primera cifra de tutelas la tienen los derechos de petición y la atención en salud. Con grandes dificultades, se accede a una cita médica general, pues apenas se logra la atención por parte de una enfermera con los conocidos placebos. Y la atención especializada, solo con la interminable espera y la lucha jurídica ante los jueces para que las EPS les den cumplimiento a las tutelas, mientras el recluso ve cómo se deteriora su estado físico y su esperanza de vida. Tres muertos van en los últimos tiempos por la desatención en salud, y no sabemos a cuántos muertos estamos para que haya sensibilidad. Un mes, tardaron en la última brigada médica para entregar los medicamentos y muchos internos quedaron sin ellos. Una epidemia (virus) que azotó la torre 5 por una semana sólo fue atendida ante la decisión de ir a la desobediencia, se trató con acetaminofén y loratadina y el uso de una inyección de dipirona rendida en tres dosis con solución salina para que alcanzara.
- UN RÉGIMEN DE TERROR DESDE LA 26
La Tramacúa fue concebida como una penitenciaría de castigo con la asesoría del Buró Federal de Prisiones de los Estados Unidos, luego de haber declarado como política internacional la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Su régimen es especial y altamente restrictivo, diferente a cualquier otro centro penitenciario de Alta Seguridad del país, orientado directamente desde la Dirección General del Inpec en la calle 26 en Bogotá; cargo que como es costumbre ya es ejercido por un miembro de la Fuerza Pública, activo o en retiro; resultando así el Director Local figura decorativa, pues el poder real del penal es asumido por los cuadros de mando del cuerpo de custodia y vigilancia apalancados desde la Dirección General. Es así, como prima la seguridad y el castigo por encima de la resocialización y el trato digno y humano, aplicando una política de sojuzgamiento y represión con uso desproporcionado de la fuerza para contener cualquier manifestación de protesta. La tortura física y psicológica como método para doblegar al individuo y destruir su personalidad, convirtiéndolo en instrumento dócil.
Se han hecho célebres en estas prácticas varios mandos mandos destacados del Inpec por su eficiente “servicio”, y el uso de bachilleres para propinar golpizas a los presos como parte de su “entrenamiento”. Al gas pimienta, aplicado en los genitales, el ano y el rostro, se suma el uso de bastones de mando, las patadas, los golpes contra un ser humano reducido, esposado a veces con el célebre ‘escorpión’. Hoy se han sumado las descargas eléctricas con el tábano que popularizó uno de los cabos de la guardia. Y luego de la golpiza y la tortura, el aislamiento en celda por más tiempo que los 5 días que contempla la última enmienda al reglamento, o el encierro en una celda llena de excrementos, conocida como Villa Mosquito, donde se debe pernoctar esposado por una noche, después de la cual el preso es devuelto con contusiones, laceraciones en el cuerpo y los ojos inflamados por el gas y el trasnocho, a su torre de reclusión.
La mayoría de presos sometidos a estos tratos soportan la tortura sin denunciar, pues temen futuras represalias, a más de que el policía judicial omite cumplir con su labor de recepcionar la denuncia, encubriendo en solidaridad de cuerpo a sus compinches, el ministerio público: Defensoría y Personería, hacen de la vista gorda, no se presentan a constatar los hechos, ni propiciar la denuncia, mucho menos hacer seguimiento a las actuaciones. Muchos procesos ante las Fiscalías locales reposan a la crítica de los ratones, esperando el vencimiento. Los agentes de tortura impunes son trasladados cuando se hacen célebres, a otras cárceles y penitenciarías. Han existido directores locales que con su silencio y convivencia encubren dichas prácticas, quienes en mayo del 2011 autorizaron el ingreso del Grupo de Reacción Inmediata GRI del Inpec para disolver una protesta generalizada con el uso de bombas de aturdimiento y hasta 80 cápsulas de gas en la torre No. 1, todo contra presos inermes que protestaban colgados en la estructura. O la administración que se desentendió de la gestión administrativa dejando en manos del cuerpo de custodia y vigilancia el control total de la penitenciaría retrocediendo ésta a épocas pasadas de total desgreño administrativo y predominio del terror. Cualquier director que pretenda administrar eficiente y humanamente debe enfrentar la contraposición de la guardia.
A estas prácticas no han escapado ni los familiares y amigos de los presos; sometidos a requisas indignas, los falsos positivos del canino, la operación tortuga para el ingreso y la devolución arbitraria con cualquier pretexto luego de más de 10 horas de viaje para compartir hasta menos de dos horas con su ser querido.
- ESTIGMATIZACION, EXCLUSIÓN, SEGREGACIÓN Y AISLAMIENTO
La mayor parte de la población reclusa de la penitenciaría es foránea; en la realidad prisioneros a quienes se aplica una pena de destierro de su lugar de origen, alejados de su núcleo familiar y social, a quienes se les coloca un ‘INRI’ de ser los más peligroso, abyecto y vil. Así se evidencia de las tesis elaboradas por las autoridades del orden local, regional y nacional:
- TESIS DEL CONEJO
Supuestamente los predios donde se construyó la Tramacúa fueron entregados al gobierno nacional por el Municipio, para construir la Cárcel Judicial; pero el gobierno los aprovechó para construir una Cárcel de Máxima Seguridad en convenio con los gringos para encerrar a los delincuentes más peligrosos provenientes del terrorismo y el narcotráfico, afeando la región.
- TESIS PELIGROSISTA
Se justifica que la existencia de la penitenciaría trajo a la región estructuras criminales de las personas recluidas, lo que ha disparado las extorsiones y el sicariato. La captura de Sonia (Nayibe Rojas) fue el acicate para abrir un pabellón de mujeres, en el que nunca estuvo recluida esta guerrillera; pero que sirve para evidenciar ante el mundo el verdadero calado de este centro como centro de castigo y de tortura; lo cual condujo al cierre de dicho pabellón por la denuncia y la presión internacional.
- TESIS DE TUTELITIS
Los habitantes del Barrio Dangond ganaron tutela para que la Cárcel Judicial fuera sacada de sus predios. La administración reclama al gobierno nacional bajar el perfil de la Penitenciaría para albergar a sus presos. Los presos de la penitenciaría ganan tutela para que no se siga hacinando mientras no se resuelva la problemática del agua, y el Inpec amenaza con entutelar para que se permitan seguir hacinando personas en este estercolero.
En conjunto, los reclusos de la Tramacúa, somos considerados la escoria, se nos hacina como animales en condiciones degradantes, se nos estigmatiza y segrega mediante cálculos para esconder la ineptitud de la clase política. La afrenta contra nuestras familias y el desarraigo nos lleva a quedar solos y aislados. Estamos en el patio durante 9 horas sin reales actividades de redención, pues ni siquiera se nos permite el ingreso de materia prima como el papel periódico para realizar artesanías, y se cuenta con un colegio ficticio de nombre altisonante Paulo Freire, pero que poco conoce de la Pedagogía del Oprimido, sin actividades recreativas, culturales o deportivas. Son 15 horas hacinados y encerrados en grupos de tres en las celdas, sin acceso al agua, sin ventiladores para soportar las altas temperaturas, sin toldillos para defendernos de los zancudos y sin posibilidad de un radio transistor para escuchar noticias o disipar el encierro escuchando música.
- PARODIANDO A GOYA: TRISTE HAZAÑA CON PRESOS
El resultado no puede ser más nefasto de una máquina de destrucción de lo humano. El crecimiento del número de “farmacodependientes” que entraron sanos al establecimiento y hoy deben recurrir al uso de drogas psiquiátricas para poder soportar el encierro; y en sus brazos y cuello, las huellas de la enfermedad de las rejas; tasajeados con cuchillas para que cumplan con los medicamentos o porque se les brinde cualquier atención. El miedo a exigir del Estado el cumplimiento de sus obligaciones dado el carácter de sujeción en que se encuentra la persona detenida respecto a la autoridad penitenciaria Inpec o para que se respeten sus derechos fundamentales; pues prefieren no luchar por ellos, para que sus familiares no se vean afectados en las visitas; así deban esperar a la entrada del penal sin acceso a un baño público o realizar la visita conyugal en un mísero cuartucho en condiciones indignas; pero al menos que se les permitan unos pocos instantes de humanidad; o no ser golpeado o humillado; rociado con gas o sometido a descargas eléctricas. Esto es el total quiebre de la resistencia y negación de su humanidad.
Juzguen ustedes sobre la conveniencia o no de la denominación.
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