Es tan mala la gestión de Duque que a Uribe le da pena reconocer que es el padre de la criatura. Con la popularidad por el suelo y el descrédito bien ganado, el autodenominado Presidente Eterno sabe que Iván Duque es el primero y también el último presidente que dio el Centro Democrático. Por eso hará su última jugada política con la maestría que tienen los ajedrecistas más experimentados. Dejará en la estacada a sus pupilos María Fernanda Cabal, Óscar Iván Zuluaga, Alirio Becerra y Rafael Nieto Loayza y apoyará para el 2022 a un candidato que no pertenece al Centro Democrático.
El pasado sábado 2 de octubre en el Hotel Tequendama se reunieron en un foro para apoyar a la Fuerza Pública los precandidatos del CD. El expresidente decidió no asistir al evento y mandar un escueto saludo vía Zoom. En estas últimas semanas ha sabido disfrazar el escepticismo que le producen esos cuatro nombres con imparcialidad. Entonces dejó circular el rumor de que no intervendrá por ninguno hasta que a finales de noviembre, después de la consulta, salga el ungido. Con las encuestas al lado Uribe cree que ninguno de ellos podrá derrotar al gran rival que se les viene encima: el hartazgo que tienen los colombianos con los extremos.
Es que sabe que Oscar Iván Zuluaga, a pesar de su fidelidad, lleva el lastre de las negociaciones con Odebrecht y el engorroso episodio con el hacker Sepúlveda que le significó a su hijo una injusta persecución judicial. Sabe que a Rafael Nieto Loaiza no lo conoce nadie y que Alirio Becerra apenas está haciendo sus primeros pinitos y su plan sería buscar llegar al congreso en las próximas elecciones legislativas que se realizarán en marzo del 2022. Uribe es consciente que la que se perfilaría mejor para combatir a Petro y a la centroizquierda es Cabal. Ha sabido jugar muy bien sus cartas en las últimas semanas muy a su estilo, radical y beligerante, dándole presencia constantemente en medios y redes sociales. Sin embargo, Uribe sabe que intentar controlar a Cabal sería tan difícil como atemperar un sunami y que el rompimiento, si llegara a ser la primera presidenta de este país, sería inevitable. Por eso cambiará de piel, dejará en la estacada a su partido y se irá por Federico Gutierrez, el verdadero caballo de Troya del uribismo de cara al 2022.
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Paisa y carismático, con sus greñitas a lo Fajardo, guapo y de fácil recordación entre las señoras que votan, a Fico nos lo van a vender como si fuera el puro centro
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Paisa y carismático, con sus greñitas a lo Fajardo, guapo y de fácil recordación entre las señoras que votan, a Fico nos lo van a vender como si fuera el puro centro cuando su política de seguridad y su populismo social esgrimido durante los cuatro años en los que fue alcalde de Medellín lo mostraron como lo que es: el máximo representante del uribismo cool, el uribismo en jean. A diferencia de lo que hizo con Duque, Uribe será más un titiritero que un ventrílocuo: nadie verá quien maneja al muñeco, pero será él quien esté tras escena. La jugada funcionará. Los uribistas de viejo cuño entenderán el guiño y los millones de tontos que se comerán el cuento que Fico es de Centro irán a votar en masa para evitar que el exguerrillero Petro o el Ateo Alejandro Gaviria, nos conviertan este albañal en un infierno chavista.
Ojo, no se puede subestimar a Uribe. Es la figura política más importante de lo que va de siglo y sabe cómo mover sus fichas. Es tan sagaz que supo hacer presidente a esta nulidad que nos gobierna. Las ruedas ya están girando y si los otros candidatos –incluido Cabal- no empiezan a poner en evidencia a Fico como lo que es, un uribista agazapado, el expresidente, como si fuera el mismísimo Chávez, ganará por quinta vez en 20 años unas elecciones presidenciales.