Se pararon. Apenas terminó el partido en Quito quedaba esa sensación. De que los jugadores habían bajado los brazos antes de tiempo. Dice Hernán Peláez, conocedor de los camerinos como nadie, que basta que se paren tres jugadores para echar un equipo para atrás. La falta de coraje de nuestros jugadores, de nuestro referente, James Rodríguez, sin garra sin temperamento, con su rostro de angustia constante, dejaba en claro que no había mísitica ni garra, que se perdería sin atenuantes.
Mala idea del portugués dejar en el banco a Wilmar Barrios, tremendo la insistidera con Luis Fernando Muriel, un jugador con las condiciones de Ronaldo Nazario De Lima pero con la mentalidad de Faustino Asprilla. En Europa nunca pudo conseguir convertirse en una estrella del fútbol mundial y ni siquiera es titular de su equipo el Atalanta. Lo de Duván Zapata es más frustrante aún, la pelota no le entra. Es la antítesis de Falcao. Creemos que no será nunca el ídolo de la selección.
Una lástima que Queiroz tenga que pagar por la torpeza de Mina, la falta de ritmo de Davinson Sánchez, la intrascendencia de Luis Díaz. Sea deliberado o no, los jugadores son los principales responsables. ¿Qué les molesta? ¿Qué les hizo Queiroz? Ahora deberá la Federación indemnizar una millonada porque el portugués no va a renunciar, van a hacer que lo echen, cuanta mezquindad. Arruinado deberemos buscar un técnico local y ahí entrará Juan Carlos Osorio a jugar un papel preponderante. El futuro no puede ser más tenebroso.