Dos meses antes de correr el Tour de Francia del 2019 Chris Froome sufrió un terrible accidente. Se fracturó el fémur y tuvo que guardar cama durante seis meses. Hasta ese momento Froome veía con cariño al de Fusagasugá, lo veía, a sus 21 años, con un joven con mucho futuro, la promesa del ciclismo mundial, el hombre que lo reemplazaría. Pero todo se adelantó, nadie estaba preparado para su genialidad, y ante la primera oportunidad de compartir liderato en el equipo inglés le arrebató la posibilidad a Geraint Thomas de ganar el Tour. Era el campeón más joven en un siglo.
Ineos va a tener un problema y es que tiene cuatro corredores que podrían ser líderes de cualquier equipo, cuatro que han ganado las competencias más exigentes del mundo: Carapaz, Thomas, Froome y Egan, además súmenle un campeón del mundo como el polaco Kwiatowski. Por eso Froome creyó que al regresar seria el líder indiscutido del equipo y por eso no entendió las declaraciones del colombiano en donde afirma que no desaprovechará su buen momento para ganar su segundo Tour consecutivo.
Claro que le cayó mal, en un equipo con tantos caciques Froome es el más grande, tiene 4 Tours y espera llegar al club de Coppi, Indurain e Hinault de ganarse los cinco títulos. Con un equipo dividido sería más complicado hacerlo sobre todo si su rival directo es su propio compañero, el mismo gregario que en el 2018 le puso en bandeja la camiseta amarilla a Thomas.
La pelea está encendida y por eso amenaza con irse del equipo Ineos. Igual Egan es un hueso duro de roer y este año no será gregario de nadie.