No han pasado 100 días y Daniel Quintero ya divide posiciones entre sus bases en Medellín. En menos de un mes cambió su punto de vista sobre el uso del ESMAD en las manifestaciones y pasó de remangarse la camisa para borrar un grafiti (algo cuando más patético) a afirmar que autorizaría la intervención del ESMAD a las universidades las “veces que sea necesario”. La última vez que el Escuadrón Móvil ingresó a la universidad de Antioquia fue hace ocho años y se recuerda como un momento doloroso en la historia de la universidad. Al autorizar el ingreso de esa fuerza de choque cuando todavía había cientos de estudiantes en la ciudadela (se cruzó la “línea roja” en el campo de batalla que se imagina Quintero), el alcalde puso en riesgo la vida e integridad de decenas de personas, hasta se tuvo que activar un corredor humanitario, como lo manifestó la misma Rectoría en un reciente comunicado. Además, evidenció que su protocolo no ha sido concertado, construido o socializado con las universidades y los sectores directamente implicados, muchos de los cuales se la jugaron por él en campaña y hoy se sienten engañados.
También resulta paradójico que Quintero haya invitado a las universidades a participar en el diseño de las bases de su plan de desarrollo y no las haya invitado a construir el protocolo que se sacó bajo el sombrero y con el cual puso en riesgo la integridad de cientos de personas. No resulta coherente y habla más de un alcalde que cedió a la presión de los sectores que le cuestionaron su manejo de la movilización del 21E. Resulta chistoso afirmar que quien más estuvo a favor de su autorización del ingreso del ESMAD a la UdeA fue el activista de extrema derecha conocido como "El Patriota" que, tras el 21E, promovió una precaria movilización para “derrocarlo”. Más allá de un protocolo diseñado en su Secretaría de Seguridad (por funcionarios con mentalidad y formación policial) e impuesto a rajatabla a las universidades, la decisión de Quintero habla más de un gobernante que se empieza a percibir fato de carácter y cambiante en sus posiciones, por eso, ayer muchos de los sectores que lo apoyaron (uso la universidad pública como un caballito en su campaña) manifestaron sentirse engañados por quien en campaña decía una cosa y hoy hace otra.
Al parecer, esa decisión generó malestar en algunos de sus escuderos y evidenció el oportunismo de otros. Por ejemplo, Alex Flórez, concejal de su movimiento que se encuentra en medio de un proceso de perdida de investidura, llegó al Concejo sobre los hombros del movimiento estudiantil (el lanzamiento de su campaña fue desde la UdeA) y su postura tras la decisión de su jefe fue de completo respaldo. ¿Acaso el antiguo activista estudiantil Flórez está de acuerdo en que se impongan ese tipo de medidas sin concertación previa con las universidades?, ¿qué piensa de lo dicho por el rector de la Universidad de Antioquia al manifestar que se han intentado comunicar con la Alcaldía para concertar ese protocolo y no han encontrado respuesta? Solo estoy seguro que si Quintero no fuera alcalde y Flórez concejal, otros serían sus puntos de vista. Ni con Fico (a quien no apoyaron muchos de esos sectores) se llegó a tomar una decisión tan drástica. Destaco la posición del concejal verde Daniel Duque que sí ha expresado públicamente su malestar con esa medida y ha invitado a Quintero a escuchar. Habrá que preguntarle al alcalde, ¿cuál es su “línea roja” para escuchar?
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