La tragedia “quillera”

La tragedia “quillera”

¿Qué tienen en común el abogado Hernando Zabaleta Echeverry y los audios de Santrich?

Por: LUIS FELIPE VÁSQUEZ ALDANA
abril 13, 2018
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La tragedia “quillera”

Este par de personajes han sido protagonistas de las arenas noticiosas de último momento. Por un lado, el abogado que, quizás con el típico síndrome de cuestiones no resueltas de su infancia, insultando a una patrullera de tránsito, apela a un extinto feudalismo que solo vive en su corazón lleno de vasallos imaginarios. Por el otro, un Santrich que en la actualidad tiene un cartel de promoción que dice: “por motivo viaje, vendo curul, listo para estrenar”. Fuera del impacto provocado por estos personajes, salta a la vista el detrimento social conjunto, en esencia ellos mismos lo representan, y es sabido que esos venenos todavía andan sueltos por ahí, en nuestra sociedad, pero en cuerpos ajenos. Por lo anterior, ¿Qué más tendrían en común? Y es aquí donde por fin encuentro un sentido propio de una epifanía: las tragedias griegas.

En Barranquilla conozco una poeta que dice que sus versos dedicados a un amor fallido e imposible no tienen que ver con su situación. Cosa que cuestiono en gran manera, no por ella, sino por las tragedias griegas. Y es que, al hablar de versos, hablamos de catarsis y es ahí donde viene de nuevo, las tragedias de la mitología griega. Estas, aunque alejadas de la doctrina cristiana del pecado y de las vedas del karma, se fundamentaban en el hibris de los hombres o semidioses, es decir, en su irracionalidad común que, en última, era tomada como un desafío a los dioses o a su destino impuesto por las Moiras. Pues bien, aquella irracionalidad, por ende, siempre terminaba de forma fatal, su castigo. Recuerden el deseo de Ícaro de volar más alto, la caída de Narciso o la eterna rueda de Sísifo. A fin de cuentas, podríamos decir que, frente a nuestros personajes Hernando Zabaleta y Santrich, tenemos nuestra propia mitología colombiana, y que ellos en sí, tuvieron una tragedia común: Barranquilla.

Zabaleta Echeverry, el nuevo “¿usted no sabe quién soy yo?”, mientras estaba en Barranquilla conduciendo un Chevrolet Sail, color verde, (aclaro que no es el carro que conducen los abogados de Barranquilla) queriendo cambiar el destino de los dioses, cambió fue de carril, pasando al infortunado carril del Transmetro. A partir de ahí, su tragedia “quillera”, la inmovilización de su vehículo. Santrich, por su parte, en sus diálogos con el inframundo sobre las transacciones de veneno, dice: “entrégueme allá en 'quilla', en Barranquilla me entrega lo otro”.

Finalmente, frente a Barranquilla, nuestra catarsis, elegida para atraer el infortunio de los irracionales, las preguntas que me asaltan son: ¿qué tan severo será el castigo de los dioses?, m¿será mayor el de los griegos o el de los nuestros?

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