Lo único que ha conseguido Bogotá como sede de la selección fue la Copa America del 2001. Con un cabezazo de Iván Ramiro Córdoba el equipo nacional consiguió su único titulo importante en la categoría mayores. Esa final se la ganó a México y mas que una Copa América parecía una Copa de Oro: no vino Argentina, Brasil mandó una sub 23 que perdió en cuartos de final contra Honduras, el equipo revelación fue Costa Rica. Pero, eso si, Colombia sólo ganó una eliminatoria de las muchas que disputó en Bogotá, fue el partido 1-0 contra Perú con la que el equipo se clasificó al mundial de Chile 1962.
Pero en la era moderna se perdieron las eliminatorias del 70, 74, 78, 82, 86 en donde sólo se le ganó a Venezuela y Perú. Ir al Metropolitano entre 1989 y 1998 significó tres clasificaciones consecutivas a mundiales. En cambio, cuando el equipo regresó a jugar en Bogotá para las eliminatorias del 2002, se perdió de manera inobjetable en el Campín contra Argentina 3-1.
Barranquilla le ha traído buena espalda a la selección, el problema es de aliento. Si los barranquilleros fueran los que estuvieran apoyando sería distinto, el problema es que los partidos de la selección son apoyados más por la farándula criolla que por hinchas del fútbol. Y eso es por el alto precio de la boletería.
En Bogotá la altura nos perjudicaría. Ninguna de nuestras estrellas juega en alturas. Los primeros perjudicados seríamos nosotros. De pronto el problema no es la sede. Se podrán llevar al equipo para Cali, para Medellín, para Cúcuta, pero siempre será un problema si el técnico es tan cobarde como Reinaldo Rueda. Acá el problema es de técnico, no de estadio.