Quien controla el presente
controla el pasado,
y quien controla el pasado
controlará el futuro.
—George Orwell
Hace cientos de años los hilos del destino de la vida de las personas pendían de fuerzas sobrehumanas que regían las direcciones que tomaban cada una de ellas, fatalidades, fortunas, estos son solo un poco del sin fin de designios que cada una de estas deidades veneradas por los humanos tenían seleccionado para cada mortal. En la actualidad estos hilos son dominados por poderes obscuros y silenciosos que conducen la existencia de los humanos hacia los caminos elegidos para su conveniencia.
“Hay que hacer un complot contra el complot”, esta es la idea macro que resume el ensayo, en el cual Piglia plantea que todo aspecto, ya sea político, social, cultural, artístico es dirigido por grupos ideológicos invisibles, que están infiltrados en todas las esferas de la sociedad; y cuya invisibilidad es lo que los convierte en altamente peligrosos. Día a día estamos expuestos a un bombardeo de diferentes tipos de discursos que nos inducen desde el simple hecho de cómo vestir o qué comer, hasta la elección de nuestros gobernantes. Es por esta razón que Piglia a través de ejemplos con obras literarias como Los siete locos” de Arlt y Museo de la novela de Macedonio Fernández busca encontrar una respuesta a este accionar de un mundo sumido en la irracionalidad, logrando pasar de la teoría a la acción, es decir, con estas novelas logra contextualizar de manera sútil, la forma en que el hombre es influenciando por fuerzas conspirativas y silenciosas en la vida real.
Retomando la idea macro del ensayo, Piglia propone que la mejor manera de hacer un complot contra toda esta maquinaria es la de ir en contracorriente de lo establecido por dichas sociedades como el autor menciona en el ensayo:
La vanguardia artística se descifra claramente como una práctica conspirativa de la política y del arte, como un complot que experimenta con nuevas formas de sociabilidad
(…) La vanguardia plantea siempre la necesidad de construir un complot para quebrar el canon, negar la tradición establecida e imponer otra jerarquía y otros valores. (5:2014)
No obstante, cabe resaltar que no todo fenómeno artístico no es vanguardista porque si la obra es manipulada, su intención de uso será diferente, como se puede observar en algunos libros, películas y pinturas; producidas no con fines estéticos y culturales, sino para el interés económico de unos pocos grupos capitalistas que a través de su discurso hacen que las multitudes lo consuman en exceso.
Ahora bien, ¿cómo podemos formar un complot contra el complot? La respuesta la tenemos en nuestras manos, el simple hecho de leer fractura lo establecido por la sociedad actual, y se convierte en un acto contracultural, en un mundo que es hostigado por mensajes cuyo objetivo busca producir pereza mental, haciendo con esto una cortina de humo con el supuesto avance de la humanidad para no ver la realidad de forma objetiva.
El oráculo
Si se acepta que el mundo es una nueva tragedia en la que el fin de cada ser ya está destinado, los libros pueden actuar igual que el oráculo. Este personaje mitológico que enseña nuestro final y aun así no se puede escapar de él, lo mismo que le ocurrió a Edipo, quién conoció su destino y luchó con todas sus fuerzas por cambiarlo, pero le fue imposible. Algo similar ocurre con cualquier ser humano, por más que conozca para donde lo dirigen los poderes políticos, económicos y religiosos, estas ideas son más fuertes que toda idea contracultural que la persona tenga, maneras de pensar que son deslegitimadas por estos sectores porque para que una sociedad funcione como tal, no puede permitir que una forma de pensar diferente a la de ellos actúe en contra suya.
En 1949, George Orwell publica “1984” una novela de un mundo distópico, en la que se refleja cómo una sociedad totalitaria maneja la información conforme a su interés y cómo la represión política y social hace que se efectúe una vigilancia extrema en las personas, llegando al extremo de invadir su privacidad. Han pasado casi setenta años de su publicación y todavía es una novela que puede considerarse como actual, debido a que en ella se puede hacer un paralelismo entre la sociedad actual y la ficcional creada por Orwell. Ahora se vive en la época de la información falsificada, en la que el capitalismo ha derrotado toda ideología política.
¿Qué pensaría Stalin al encontrar un McDonald's cerca a la plaza roja? Ni pensarlo, estamos en la época en que el cargo más importante y poderoso de la tierra no lo tiene un político sino un empresario que logró el poder a través de una poderosa maquinaria económica, y donde todas estas fuerzas obscuras hacen un constante lavado de cerebro en las personas para que ellos elijan qué está bien y qué no; igual que lo hacía el gran hermano en la novela, cambiando el pasado para generar un futuro beneficioso a unos pocos. Este es uno de los tantos ejemplos que podemos encontrar en la literatura que funcionan como oráculos que muestran un futuro desenlace.
¿Qué tanta ficción hay en la realidad en que vivimos? y ¿qué tanta realidad hay en los libros que leemos? Son preguntas con múltiples respuestas, unas abstractas y otras un tanto lógicas. Sin embargo, está claro que se puede actuar como lo propone Piglia, al mejor estilo de la guerra fría: ser unos topos, unos espías dobles, vivir inmersos en este complot social y de vez en cuando, escaparnos de él a través de la literatura y que la información clasificada sacada de allí sea llevada al otro frente de batalla, se plasme en manifestaciones culturales para que nuevas generaciones venideras la codifiquen e intenten hacer algo con ella, aun sabiendo que no se puede escapar del destino que estos dioses modernos dictaron y que el oráculo predijo.
Bibliografía:
Orwell, George. (1957) 1984. Barcelona. Booket
Piglia, Ricardo (2014). Antología personal. México: Fondo de cultura económica.