Después de terminar sus estudios en Estados Unidos y de haber pasado una temporada en Panamá, donde nació, Mario Santo Domingo, el patriarca de la familia, se radicó en Barranquilla con su esposa Beatriz Pumarejo y con su hijo mayor, Julio Mario. Mientras armaba sus primeras empresas en compañía de sus hermanos, también crecía su familia con el nacimiento de sus otros tres hijos: Beatriz Alicia, Luis Felipe y Cecilia.
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Con buena suerte en los negocios, Mario Santo Domingo aprovechó la crisis mundial de 1929, que se originó con la caída de la bolsa de New York, para comprar a buen precio las cervecerías Barranquilla y Bolívar que lideraban la venta de cerveza en la Costa Atlántica. Bavaria, que también terminó siendo de él, era la que mandaba en las ventas del centro del país.
De la mano de las cerveceras, Mario Santo Domingo se consolidó como el empresario más promisorio de Colombia en aquellos años. Mientras que sus hijos se formaban en distintas universidades de Estados Unidos, don Mario consolidaba su fortuna, invirtiendo en distintos frentes de negocios. Barranquilla y Puerto Colombia eran la puerta de oro del país.
En los años 60, además de sus inversiones en el negocio cervecero, ya tenía apuestas empresariales en los sectores de transportes, metalúrgicas, bancos, compañías de seguros, petroquímicas y otras más, incluido la aeronáutico. El poder económico, político y social de la familia Santo Domingo en cabeza de don Mario, era significativo. Al punto que se decía que en la Costa Atlántica y en especial en Barranquilla no se movía una piedra sin que Mario Santo Domingo diera la venia.
Aunque don Mario manejaba todas las empresas de las que era dueño, su hijo mayor era quien seguía en la lista de sucesores para tomar las riendas, pero para aquellos inicios de los 60, Julio Mario seguía siendo play boy y bohemio, amigo del grupo de La Cueva, dedicado más al divertimento y a negocios menores como importar tabacos de Cuba y mandarlos a Europa. También compraba arroz en Valledupar y lo revendía en Barranquilla.
Don Mario no veía en su primogénito la vocación y juicio de buen empresario para tomar las riendas del conjunto de nacientes empresas, muchas de las cuales como las cervecerías ya habían tomado vuelo. El ojo se lo tenía puesto en el menor de la camada, Luis Felipe, aplomado y sereno, con interés en el mundo empresarial.
Poco a poco lo había ido formando hasta que en un instante se le derrumbó su ilusión. El 29 de enero de 1963 ocurrió lo inesperado. La noticia le llegó de repente. Su hijo Luis Felipe, acababa de tener un accidente automovilístico en la vía que de Soledad hacia Barranquilla. Aunque el impacto había sido grande, inicialmente la información no parecía grave.
Luis Felipe iba manejando a alta velocidad un Cenit. En una curva en Puerto Colombia, al frente del balneario Pradomar, el carro patinó y dio varios volantines. ‘Pipe’, como le decían, fue llevado al hospital de Barranquilla y luego trasladado a la Clínica del Prado, la más importante de la ciudad. El diagnóstico resultaba promisorio. Según los médicos, el joven empresario, solamente se habría fracturado las costillas. Las recomendaciones fueron reposo y analgésicos para el dolor.
Pero las lesiones de Luis Felipe resultaron mucho más graves, con efectos silenciosos. Una de las costillas había perforado un pulmón. Estando en casa, atendiendo la orden de quietud de los médicos, se complicó su salud. Dos días después del accidente, moría a causa de un paro cardiorespiratorio.
El golpe para la familia Santo Domingo y para don Mario, fue demoledor. Luis Felipe empezaba a armar su familia al lado de Betty Dupont con quien ya tenía dos pequeños: Luis Felipe y Ana Beatriz “Cuqui. Además del duelo, el patriarca Santo Domingo debía anticiparse al futuro y tomar decisiones empresariales. El llamado a Julio Mario resultaba inevitable. Su vida tranquila y de goce empezaba a ser asunto del pasado para asumir su rol de primogénito de aquello que ya empezaba desde muchos años antes a tomar la forma de emporio y a proyectarse como uno de los grandes patrimonios familiares de Colombia.
Don Mario y doña Beatriz dejaron Barranquilla como lugar de residencia. Julio Mario Santo Domingo empezó a liderar el conglomerado de empresas, algunas propias y otras compartidas con otros socios que entonces conformaban un portafolio con inversiones en 75 compañías.
Con libertad para actuar, las primeras movidas que realizó Julio Mario fueron en la línea cervecera, donde ya eran muy fuertes. Fusionó las cervecerías Barranquilla y Caribe, que terminaron llamándose Águila, con la Cervecería Bavaria, que era de la familia emigrante alemana, los Kopp. Después de unos años, Julio Mario Santo Domingo, que al final de cuentas sí le heredó el olfato empresarial a su papá y terminó sacando su talento para hacer dinero, se terminó quedando con el control mayoritario de Bavaria. Después de aquellos movimientos se empezaba a hablar de la fortuna de Julio Mario Santo Domingo.
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Cuando don Mario murió, 10 años después de la tragedia, la familia Santo Domingo ya sumaba participación en 110 empresas y empezaban a ser los reyes de la cerveza en el país, el origen final de la gran fortuna la heredaron su esposa Beatriz Dávila y sus tres hijos. Cuando Julio Mario Santo Domingo falleció en Nueva York en el 2011, rondaba los 90 años y era el hombre más rico de Colombia.