Increíble, en Bogotá había gente llorando esta tarde. No es para menos, les quitaron la posibilidad a los hinchas del buen fútbol de ver una final soñada, una final de dos equipos que la rompen, que siempre van al frente, que son valientes. Liverpool vs Ajax sería el resumen del buen momento que pasa el fútbol europeo, un momento histórico. Ya el equipo holandés había hecho cientos de miles de hinchas debido a su atrevimiento irresponsable, a una juventud que le sirvió para enterrar a los dos equipos más poderosos del mundo, el Real Madrid y la Juventus de Ronaldo. Una juventud que hoy le pasó factura.
Como no se veía desde la final de la Copa Mundo del 54, cuando Alemania contra todo pronóstico le ganó 3-2 a la súper favorita Hungría, hoy presenciamos un milagro futbolístico o, mejor, el fracaso físico de un equipo que lo había dado todo, de un equipo que se derrumbó con el primer gol de Lucas Moura. Tottenham ganó a punta de ganas, de la mística infundida por su entrenador, Mauricio Pochettino.
Lo del Wanda Metripolitano será un duelo de técnicos, los dos mejores de la actualidad. Por un lado el insolente, atrevido y ultra carismático Jurgen Klopp, por el otro el conservador, elegante y siempre claro Mauricio Pochettino. Puede ser que los hinchas que se ilusionaron viendo a este pequeño matagigantes hayan creído que sólo era esto el fútbol, la emoción, la magia, la belleza. En el fútbol, como la vida, no siempre gana el más bonito.
Para los colombianos que lloran la eliminación del Ajax un consuelo: la final la jugará un colombiano. Davinson Sánchez será el cuarto colombiano que jugará una final de Champions después de Iván Ramiro Córdoba, James Rodríguez y Juan Guillermo Cuadrado. Todo parece indicar que estará listo en una defensa que en los últimos dos juegos de visitantes en esta competencia ha recibido seis goles.
Lloran los hinchas del Ajax. Saben que difícilmente el próximo año volverán a repetir una actuación parecida. Los equipos más poderosos del mundo ya se disputan su plantilla. Lo más seguro es que terminará desarmado en junio. Pero no hay que llorar sobre la leche derramada: la final no podrá estar mejor, dos estilos de juego, dos grandes equipos que han hecho de la Premiere League la liga más poderosa del mundo.
