Rafael Padilla pasó su infancia viendo como los señores feudales para los que trabajaba su papá lo humillaban. Escapó, se fue a Francia y allí se ganaba la vida en un circo haciendo de salvaje, de caníbal. Los niños, después de la función, se le acercaban y le tocaban el rostro para comprobar que no tenía pintura en la cara, que era negro de verdad. George Foottit, un payaso experimentado, le propuso hacer un acto. Los niños se rieron. Era a primera vez que un negro se convertía en actor. Era el año 1900 y la gente en la provincia francesa hacia filas larguísimas para ver el prodigio. Se reían al ver como Foottit golpeaba al negro. Fueron tan buenos que el dueño del Circo Nuevo de París los contrató. Debutaron en 1902 y fue la locura. A Rafael Padilla le pusieron el nombre por el que se haría famoso: Chocolate. Los niños lo seguían, las prostitutas también. Se pasaba las noches en los casinos en donde gastaba todo lo que ganaba.
Un día Chocolate se cansó de los golpes que le daba Foottit. Se le metió en la cabeza que podía actuar en el gran teatro. Que mejor que Otelo, la historia de un moro negro que caía rendido ante los celos que le incendiaba su lugarteniente Yago. Se retiró del circo y firmó un contrato con un teatro de poca monta en París. Le pagarían por las entradas. Padilla empezó a estudiar la obra de Shakespeare, día y noche intentaba memorizarlo. Aprenderlo de memoria le restaba la inspiración que necesitaba para interpretarlo. En Paris nadie lo podía creer. ¿Cómo era posible que un negro, emigrado de Cuba, podía ser un actor Shekespereano? El 12 de julio de 1908 Chocolate debutó. El teatro se llenó. La mayoría de ellos eran sus fans del Nuevo Circo. Creían que iba a salir el escenario a hacer tonterías. Las mismas que lo consagraron como la primera estrella negra de la farandula francesa. Las pocas reseñas que hay de la época dejan claro que fue un desastre. Rafael Padilla con dificultad iba diciendo sus diálogos pero nadie entendía nada. La abucheada fue total. Nunca hubo una segunda función.
Rafael Padilla a partir de allí empezaría un descenso que lo terminaría llevando a la muerte. El juego y la bebida lo consumieron. Para la historia quedó el haber sido el primer actor negro en interpretar a Otelo. En esa época eran actores blancos que se teñía en rostro de negro con betún. Los negros estaban proscritos. Ningún director era capaz de apostar, de darle la confianza a un negro para que recitara a Shakespeare. Chocolate fue el primero. Cuando murió, en 1921, abandonado y tísico nadie lo lloró. Solo los años vinieron a darle el justo reconocimiento. Mucho más que un payaso, Rafael Padilla fue el primer actor negro en interpretar a Shakespeare.