En ciernes se percibe una especie de tormenta perfecta, quizás por esto el partido de gobierno no ha hecho un mayor esfuerzo con candidatos propios, en las principales capitales y departamentos, en estas elecciones locales y regionales. Es posible que se busque generar o promover en el estado de opinión una gran crisis institucional en estos entornos, después de las elecciones de mitaca, persiguiendo, condenando, inhabilitando a los electos, sean de la oposición, hasta que bajen sus banderas, pacten o se subordinen, o inclusive orgánicos, que se inmolen, para después colocar alcaldes encargados —hasta militares, como lo mencionaría la tristemente célebre senadora Guerra, y la desmintió o bajó el perfil el propio presidente—, dilatando la elección atípica hasta que, en la práctica, se una con la carrera presidencial, quizás también, para que sea el pueblo quien se distraiga, luego, inducido por los medios, en esta sofística realidad, empiecen a pedir una reforma a la Constitución, tipo sustitución de la democracia, en la que, a través del poder constituyente, se anticipe la hegemonía y el pensamiento homogéneo, para que, entre otros asuntos, alcancen el planchón que, de vieja data, han pedido, para solucionar e integrar en una misma elección, el poder local con el nacional, inclusive el legislativo con el ejecutivo; lo que posibilitaría lograr su anhelada concentración del poder en pocas manos, caldo de cultivo para el totalitarismo.
Para la muestra varios botones, en Cali y Valle del Cauca, los aspirantes con mayor opción, que inclusive están en fórmula, en medios han señalado que así ganen no van a poder gobernar, por entuertos pendientes con la nación. En Santa Marta y el Magdalena, el día que estuvo en la ciudad el Procurador General, algunos medios, casi que acamparon en las afueras de un evento nacional, a esperar el humo blanco de supuestos fallos sobre la situación disciplinaria de los candidatos a la gobernación y han movido en medios de comunicación que, también, otros candidatos locales, cuentan con líos judiciales que explotarían, valga la coincidencia, en el 2020. Situación que sería una constante a lo largo y ancho del país, como en Bolívar con las grabaciones que involucran al padre de un candidato o en Atlántico con la presunta inhabilidad de la candidata de la casa más opcionada.
Asimismo, en la mayoría de las ciudades o departamentos en los que se presentan candidaturas alternativas con noticias similares, después del rearme de la porción de guerreristas que se niegan a aceptar que se deje atrás el conflicto armado, la matriz se centra en que las aspiraciones de los sectores democráticos, serían una especie de brazo político, de esta nueva guerrilla del siglo pasado. En un contexto de violencia política, no les temen a que, con estas temerarias afirmaciones, se amplíen los riesgos. Solo necesitan el trofeo, de que candidaturas alternativas en lo local y regional, que, en las elecciones presidenciales, acompañaron a la coalición de oposición en segunda vuelta o se fueron a ver ballenas, terminen cuestionadas por supuesta corrupción, alianzas con actores armados, fraudes, etc., como en el mundo en que el burro le dice al conejo orejón, o para cobrarles al doble, incoherencias recreadas, a veces hasta alegando su propia torpeza o las crisis generadas por factores externos o de carácter nacional, como la diáspora migratoria interna y externa, la inseguridad, la deficiencia en los servicios públicos, el alto costo de vida, la falta de oportunidades.
Desde esa perspectiva, verbigracia, cuando el diario El Tiempo dice que la candidatura en Bogotá de Colombia Humana solo va a contarse en esta elección, por un lado anticiparía que si vence Galán, Claudia López saldría a reconocer la derrota basándose en que perdió, entre otras cosas, porque se sostuvo la aspiración de Morris, la vía perfecta para que en las próximas elecciones presidenciales no se unan los sectores alternativos, sino que, como siempre, se dispersen; mientras que en el otro costado, divide et impera, en las recientes encuestas, empieza a crecer una tendencia de continuidad, estrategia que parecería participara de frente en política, induciendo al elector a cambiar su decisión, con una especie de empate técnico, a la vez que se hace eco en los mass medias, de que se amplían las diferencias en sus posturas, entre quienes podrían confluir, para vencer y derrotar a las maquinarias, quién sabe si para evitar se cuestione en la opinión pública, algún "chocorazo" en camino, tipo "el que escruta, elige” o que las mayorías, se decidan por una opción distinta.
En ese marco no sobra recalcar que no solo estarían en la baraja de las baterías de este golpe blando los que sean electos, que no compaginen con el régimen, sino también los que tendrían opción de postularse a la carrera presidencial o a ocupar escaños en el legislativo. La batalla judicial que deviene, en esta tormenta perfecta, requiere de mucho control social ciudadano. De victorias contundentes en los escenarios de debate electoral. De legitimidad en las candidaturas y en los espacios públicos de deliberación y de decisión. De unidad de acción. De coherencia y transparencia en las ejecuciones. De gobernabilidad democrática. De alianzas consecuentes para que, desde el poder local, se pueda subir el escalón hacia el poder nacional donde se va a escampar para avanzar a las reformas estructurales que se requieren para la transformación social del país y la profundización de la democracia.
