La mano dura de las mujeres en el Japón

La mano dura de las mujeres en el Japón

Los empleadores les pagan el salario a las esposas para que administren la economía familiar. En esta época del año son los ajustes salariales, el Shuntô

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julio 10, 2016
La mano dura de las mujeres en el Japón

El año fiscal japonés comienza el 1º de abril de cada año y termina el 31 de marzo del siguiente. Por esta razón, en el período marzo-abril, mientras se estrena la primavera, también despegan las negociaciones de los sindicatos con sus empleadores en busca de mejoras en las condiciones de trabajo y de salario. Es lo que se conoce como Shuntô,  “ofensiva de primavera”.

Ahora bien, si la cifra del aumento de los salarios es importante para entender el estado de la economía, otro indicador que daría mayores luces, es el del aumento en las mesadas que las esposas entregan a sus maridos. La discrecionalidad en la fijación de este dinero de bolsillo, llamado kozukai, da buena cuenta del papel que juegan las mujeres en Japón y que los estereotipos occidentales con frecuencia no nos permiten visibilizar.

En efecto, las amas de casa japonesas son un actor de sensible importancia. Son las responsables del manejo de la economía familiar, de garantizar el buen uso de los ingresos y de acumular excedentes para cubrir los riesgos y las necesidades de la familia. Deben proveer lo suficiente para conseguir vivienda, para el diario condumio, el vestido, la educación de los hijos, el entretenimiento, las enfermedades. Y, por supuesto, para entregarle a los esposos y a los hijos el dinero de bolsillo suficiente para sus gastos diarios.

Aquí resulta interesante la costumbre de que el empleador le gire a la mujer el salario de su esposo con lo cual el control queda asegurado. Esto, que resulta inverosímil para los occidentales, tiene también su lado positivo. Desplazarle a la esposa las responsabilidades económicas del hogar, es pasarle de igual manera las preocupaciones. Por eso no resulta extraño que muchos japoneses asalariados no sepan con certeza cuánto ganan y no tengan preocupaciones que les impidan dedicarse a trabajar por sus compañías.

Desde 1979, el Shinsei Bank viene haciendo una investigación sobre las variaciones anuales del kosukai. Los resultados son muy interesantes y sacan a la luz realidades que no siempre saltan a la vista. La última, publicada el 29 de junio, revela que este año la suma mensual promedio alcanza ¥37.873 que constituye, junto con las cifras de 1979 y 1982, una de las tres más bajas en toda la historia de la medición. Con este dinero el empleado debe cubrir el valor de sus almuerzos, cigarrillos, café, bar, y si le queda, de algún hobby. Pero si tiene hijos, la mesada se la reducen a ¥30.000, con lo cual también se explica el poco interés que se tiene para conformar familias y tener hijos.

Se calcula que la cifra de este años es apenas la mitad de la que tenían los asalariados en los años 80 y que tuvo su pico más alto en 1990, cuando explotó la burbuja económica. Para ese año, recibían en promedio ¥78.000. Una diferencia tan notable ayuda a comprender lo que ha significado el estancamiento del crecimiento económico que desde hace 26 años no repunta. Si bien los salarios o se han mantenido o aumentado muy lentamente, la reducción del kozukai no se entiende sino cuando además de los salarios se mira el comportamiento de los ingresos laborales totales. Y allí es donde aparecen dos factores que ayudan a discernir el desinfle de los bolsillos. En efecto, cuando se produce la crisis de los 90, dos rubros se recortan drásticamente: los gastos de representación y las bonificaciones. Estas últimas, durante la época dorada de los 80, significaban un 50% adicional a los salarios.

Los efectos de tales reducciones no son fáciles de captar. Sin embargo, cuando se debe recortar el presupuesto para la comida, el estómago tiende a prevalecer sobre la razón. Es el famoso eslogan “the economy, stupid” usado con tanto éxito en la campaña de Clinton. La realidad es que este año, según las cifras del Shinsei Bank, el presupuesto para el almuerzo se redujo en 2.3% llegando a ¥587 y ello significa al mes un tercio de la mesada.

Otra actividad que se ha visto afectada es la tradicional ida al bar después del trabajo que se redujo en el último año de 2.4 veces por mes a 2.3. Esta cifra que puede parecer inocua debe ser considerada con cuidado. Durante los 80, cuando fluía el dinero con facilidad, las idas al bar con los jefes y compañeros de oficina se hacían dos o tres veces por semana. Pero en esta actividad había dos objetivos, uno obvio y otro oculto. El obvio, era beber. Y el oculto, que era muy positivo e importante en el mantenimiento de un buen clima de trabajo, era limar asperezas con el jefe, principalmente, pero también con el resto de compañeros y colaboradores.

Cuando estalló la crisis en los 90, los primeros rubros que recortaron las empresas fueron los gastos de representación. Y ello hizo mella en los bares, en los restaurantes y en los sitios de diversión. Con la caída en los ingresos de sus esposos, las mujeres lo primero que hicieron fue reducir de igual manera las mesadas de sus cónyuges. Gajes de los tiempos. Pero para cualquier observador lo que salta a la vista es la insostenibilidad de la austeridad si no se ve luz al final del túnel.

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