La Tercera Vía de Blair (Giddens) fue una estrategia político-electoral de los Laboristas para recuperar el poder, a sabiendas de que los ingleses mayoritariamente reconocían los logros de Thatcher en lo económico, fortalecidos por la "victoria" en la Guerra de Las Malvinas, y la implantación del modelo por Regan en EE. UU. Se trataba de “compaginar” la eficiencia económica neoliberal con los derechos sociales del Estado defendidos, e instaurados en Europa, por los partidos social demócratas y los social cristianos. Y lograron ganar las elecciones.
En el continente, en plena ola neoliberal, los casos de Felipe y Mitterrand son emblemáticos de lo que es "el amor por el poder": renunciaron a la ideología con tal de permanecer en el ejercicio del mismo. Mi gran frustración política con Felipe la tuve cuando, coincidiendo con una visita mía a Madrid, asistí al 32o Congreso del PSOE, en 1990, y en su calidad de Presidente del Ejecutivo, y del Partido, explicó elnuevo proyecto, “Manifiesto Programa 2000”, en el que, además de defender los valores de libertad individual, pluralismo democrático, reformismo en lugar de revolución, proclamaba su identificación con la economía de mercado y la consiguiente liberalización económica (neoliberalismo puro y duro) que explicaba y justificaba como instrumento de modernidad en el proceso de inserción de España en el Mercado Común Europeo (1985), en busca de competitividad real, es decir, por la vía transnacional hacia la globalización económica.
Resuena todavía en mi cerebro su “convincente” verbo argumentando que si la oposición (el Partido Popular) ofrecía la privatización, “nosotros la haremos mejor”; que si había que reducir el tamaño del Estado, “nosotros lo haremos mejor”. En un hábil esfuerzo por hacer un equilibrio circense, dijo: "Lo que sí me causa repugnancia intelectual es equiparar mercado con democracia." Y agregó que lo fundamental es luchar contra la "dualización social", contra la desigualdad. Lo que, como lo comenté en su momento en escrito publicado por Nueva Frontera, coincide con la teoría de las "funciones compensatorias" del Estado como la de impedir el agravamiento de las desigualdades e injusticias sociales.
Esas maromas ideológicas, igualmente practicadas aunque con más descaro por Mitterrand, minaron, hipotecaron la ideología social demócrata y, para hacer un símil con lo que le ha sucedido a un buen número de familias españolas ahora en la crisis, años después han tenido que entregarla como dación en pago.
En cuanto al refrito de la Tercera Vía como "ideología", programa o modelo de gobierno durante la segunda administración Santos, es igualmente una pirueta política bien orquestada internacionalmente pues, con el buen pretexto de las negociaciones de paz, ha reunido a patrocinadores que,no hay que dudarlo, tienen acceso directo a fuentes de poder global bien de forma directa o como asesores, consejeros y consultores de grandes multinacionales.
Lo interesante sería que Santos, envuelto en esa bandera, e inclusive con la ayuda de sus amigos, pudiera "ablandar" a capitalistas criollos, y a quienes no siéndolo piensan y se comportan como tales, y "venderles" proyectos sociales que, él bien lo sabe, son inaplazables si se quiere amainar el temporal de demandas e insatisfacciones colectivas. Por ahí puede resultarle la "jugada", eso que él como buen jugador de póker conoce. Sería un éxito, pues se daría un paso adelante en el campo social. Lo demás, lo de una tal ideología, es una simple entelequia.
Valencia, julio 2 de 2014