El domingo 29 de mayo se llevó a cabo la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Colombia, en la que aspiraron 6 candidatos a ocupar un espacio en la Casa de Nariño, entre ellos en orden del tarjetón:
Rodolfo Hernández, Jhon Milton Rodríguez, Federico Gutiérrez, Sergio Fajardo, Enrique Gómez y Gustavo Petro, de ellos, el primero y el último fueron elegidos por un alto porcentaje de la ciudadanía (a pesar de la abstención) para competir en la segunda vuelta que planea realizarse el domingo 19 de junio que, al igual del último día de mayo, antecederá a un festivo, esta vez del Corpus Christi o Día del Padre.
Según el último boletín de la Registraduría Nacional, los resultados fueron así: Petro 8.527.768 y Hernández 5.953.209, para muchos, este último fue una sorpresa que haya alcanzado gran cantidad de votantes cuando en realidad la ciudadanía y las firmas encuestadoras proyectaban a Federico Gutiérrez como el segundo de la lista, que obtuvo una cifra de 5.058.010 sufragantes.
Gustavo Petro, nacido en Ciénaga de Oro, pero en su juventud criado junto a su familia y formado académicamente en el altiplano cundiboyacense, ha sido el favorito desde su primera aspiración presidencial, pero las maquinarias y los clanes políticos han manipulado la decisión ciudadana, impidiéndole su triunfo por tercera vez, condenando al atraso social y económico del país, mientras sus arcas siguen llenándose de fajos de billete.
El mismo escenario ocurrió en su paso por la Alcaldía Mayor de Bogotá, los grupos poderosos se encargaron de marchitar sus ideas alternativas de implementar un modelo público de aseo, proponer un sistema de transporte integrado asequible y de excelente calidad, edificación de centros educativos para la comunidad más pobre de la capital, entre otras, a tal punto de destituirlo y sancionarlo arbitrariamente para alejarlo de Liévano por un tiempo, ello desató la voz de protesta capitalina y el rechazo a las decisiones del gobierno neoliberal.
Ahora, en esta otra aspiración presidencia, siguen creándose olas de rumores y de malos comentarios en contra del señor Petro, todo por su acercamiento a ideología de izquierda y su presunta amistad con gobernantes latinoamericanos cuestionados como Daniel Ortega, Evo Morales, Manuel Zelaya, Nicolás Maduro, Rafael Correa, Raúl Castro y en vida Fidel Castro, Hugo Chávez y Nestor Kirchner.
La ciudadanía debe comprender que Petro no brinda un plan de gobierno descabellado o por cumplir un requisito, sino lo basa en cifras de organismos internacionales y en los antecedentes de pésimos gobiernos colombianos que han llevado al abismo a esta bella nación americana, que no es creer en rumores del uribismo u otras fuerzas en decadencia que exponen falsedades, todo para mantenerse en el poder y seguir disfrutando los lujos obtenidos a partir del dolor y la sangre de la clase trabajadora colombiana, esos atenidos que temen perder sus excentricidades y que deberán trabajar arduamente por ellos una vez sea elegido presidente Gustavo Petro para el periodo 2022-2026 junto a su fórmula Francia Márquez.
Es ahora o nunca la oportunidad de elegir un gobierno diferente al que ha permanecido durante 200 años, una persona con visión futurista, cuyas propuestas sean acordes con la acelerada evolución de la sociedad, la preservación de los recursos naturales, la transición del combustible fósil a la energía limpia, un modelo educativo innovador e incluyente al que se inyecte gran parte del presupuesto nacional, un sistema de salud de excelente calidad y de fácil acceso a toda la ciudadanía, sin trabas ni preferencias, y garantice el cumplimiento de la Constitución de 1991.
Por ello, Gustavo Petro es el indicado.
