Antes de cumplir los 20 años Armando Benedetti se casó con María Angélica Navarro, una primeriza novia que quedó embarazada y se convirtió en la madre de Daniela, su primera hija, quien hoy tiene 37 años. La relación no duró más de dos años. Estuvo atravesada por las fiestas excesivas de alcohol y droga, una adicción que se le manifestó a Benedetti desde muy joven y que ha enfrentado con recaídas permanentes que han hecho de su llegada a los 57 años un camino de inestabilidad.
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La primera vez que Armando Benedetti probó la cocaína fue por curiosidad a los 18 años en medio de rumbones entre amigos contemporáneos en su natal Barranquilla. Hizo de la combinación de cocaína y whisky un vicio permanente.
La de Mazatlán es la última de las clínicas de rehabilitación donde se ha internado o semi internado en el combate contra las adicciones. A los 30 años se sometió a un primer tratamiento de los muchos que vendrían después. Su mamá, Genoveva Villaneda, lo acompañó en la búsqueda de ayuda médica.
El hijo de Armando Bendetti, exministro de comunicaciones de Ernesto Samper, también desde el partido Liberal como su papá, se asomó a la política después de incursionar en el periodismo que inició en el noticiero QAP dirigido por María Isabel Rueda y María Elvira Samper, pasó por El Tiempo y por Telecaribe, hasta dejarse por otra adicción: el poder.
Asumió su primer cargo público como concejal de Bogotá en medio de su desintoxicación que le permitió navegar sin drogas por un periodo relativamente largo cuando en 1996 se comprometió en un segundo matrimonio con Haifa Mezher en Barranquilla, una bachiller de 19 años. Nació Armando jr. y ocho años después, en 2004, ya estaba en camino del divorcio al tiempo que llegaba a la Cámara de Representantes por Bogotá. Hubo intento fallido de reconciliación hasta que la coca, el trago y la rumba le pasaron factura y el matrimonio se destruyó.
De la mano de los ascensos y descensos rodeados nuevamente por las adicciones, llega en 2016 el matrimonio con Adelina Guerrero. Tres años después, en 2019, vuelve a buscar ayuda en una clínica de tratamiento contra la drogadicción. Separaciones y rencuentros, entradas y salidas de centros de atención.
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Hace un par de meses Benedetti se dio cuenta que volvió a tocar fondo. Un examen de colon de rutina le confirmó un quiste cancerígeno de 8 centímetros que lo llevó a tener que someterse a una cirugía. La amenaza de la muerte lo sacudió y lo puso de regreso a Colombia a buscar reconstruir nuevamente su vida personal al lado de Adelina Guerrero. Regresaron las fotos familiares en redes sociales y las señales del reencuentro.
Ha tenido la suerte, por cuenta de su rol en la campaña de Gustavo Petro, de encontrar en el Presidente siempre la posibilidad de ir y venir a su antojo en los cargos públicos que ha solicitado, Caracas, Roma y ahora, en medio de su batalla contra la drogadicción consiguió lo que quiso desde un principio: un espacio al lado del Presidente en la Casa de Nariño. Renunció a la FAO, una embajada resucitada a su imagen y semejanza para ocupar una silla en la Casa de Nariño desde donde aspira a influir en las decisiones políticas del país.
Anunció, en su hábito de volver todos sus caminos públicos, que su rehabilitación será en una clínica en Mazatlán, la capital del estado de Sinaloa, en México, una ciudad que se convirtió en un centro de terapias contra la drogadicción donde conviven instituciones públicas y privadas. Una de las más reconocidas es Oceánica, con una trayectoria de 30 años en tratamientos para reincidentes en la droga, donde se combina el confort de la estadía con las terapias médicas. También está Casa Mispah que ofrece condiciones similares para el manejo de adicciones y trastornos psiquiátricos a causa del consumo de drogas y alcohol.
Con el contrato que le ha ofrecido el Presidente para tenerlo como asesor podrá viajar entre México y Colombia sin abandonar su casa en Puerto Colombia a las afueras de Barranquilla donde está instalada Adelina Guerrero y los pequeños hijos como ocurrió en la anterior tormentosa separación de hace dos años, que también publicitaron en redes como el último conflicto violento que terminó en la Comisaria en Madrid, España. Un nuevo episodio en la vida de Benedetti que no se sabe cuánto esta vez.