Yuri Neira emprendió una incesante lucha durante 15 años para hacer justicia por el asesinato de su hijo Nicolás a manos del Esmad el 1ro de mayo de 2005. Solo tenía 15 años cuando en medio de manifestaciones por el Día Internacional de Trabajo que tuvieron lugar en la Carrera Séptima, el agente del Esmad Néstor Rodríguez Rúa le disparó un proyectil de truflay en la cabeza, otros agentes lo rodearon, lo golpearon y patearon. El cuerpo moribundo de Nicolás quedó tendido en la calle, nadie lo auxilio, por suerte unos estudiantes como él, lo socorrieron y llevaron de inmediato hasta el Centro de Atención Médica Inmediata de La Perseverancia. Sus heridas eran tan graves que lo trasladaron a Saludcoop de la calle 104 con Autopista Norte en donde pasó casi una semana en coma. Para ese entonces, su padre había perdido toda esperanza, le esperaba una batalla legal que tardaría años para hallar los culpables.
Nicolás era un estudiante de noveno grado de Liceo Hermano Miguel de la Salle un colegio privado de la localidad de Teusaquillo, era disciplinado y dedicado, era lo que se conoce como un ‘nerd’. Aquel fatídico 1ro de mayo se encontraba comprando unos libros en el centro de Bogotá, por casualidad, vio las manifestaciones pasarle cerca y cautivado decidió seguirlas. No fue una convocatoria concretada en redes sociales que trascendió al espacio urbano; hace 15 años el internet no tenía el impacto que hoy, probablemente Nicolás estaba en el momento y lugar equivocado. Apenas pisó la manifestación que era pacífica, el tumulto empezó a correr despavorido de las garras del Esmad, el joven corrió como los demás pero fue quien recibió el tiro de gracia como si se tratara de un tiro de gracia.
Cuando llamaron a Yuri ese día para contarle sobre el estado de su hijo, tenía el presentimiento que no había vuelta atrás. Seis días después regresaría a su casa de enterrar a su hijo y no descasaría hasta poner detrás de rejas a los responsables. Dos semanas después de los sucedido, el capitán Julio César Torrijos Devia se reunió con los agentes del Esmad involucrados en la muerte del joven estudiante, a partir de ese entonces cuadraron para que la versión que se daría a la prensa, abogados, investigadores y al padre de la víctima sería que se había muerto cuando cayó al piso y se golpeó con un bolardo. El dictamen de Medicina Legal, contradecía la versión oficial, Nicolás había muerto víctima de un trauma craneoencefálico severo causado por una herida en la cabeza, costillas rotas, el omoplato y un riñón destrozado.
Yuri peleó de la mano del abogado penalista Pedro Mahecha quien hoy es magistrado de la Jurisdicción Especial para La Paz. Mahecha lo asesoró, lo defendió y lo escuchó. El camino solo era uno: demostrar que el Esmad había asesinado a Nicolás, que no había sido un accidente ni un evento fortuito dentro de la marcha en el Día Internacional del Trabajo
Fue un camino espinoso, a Yuri lo obligaron a abandonar el país y buscar asilo político en España. Recibió amenazas contra su vida, la policía lo acosaba y hostigaba pero decidió soportar todo para limpiar la memoria de su hijo. Las agallas le duraron hasta que un día casi es asesinado a quema ropa por una sicarios que se movilizaban en moto. Huyó al exterior pero luchó desde la distancia. Nunca aceptó la indemnización los 160 millones de pesos que el Estado pretendía pagarla, la pérdida de su hijo no tenía precio.
Pasaron 12 años, en absoluta impunidad hasta que en el 2017 el caso fue tomado por la Fiscalía tras una confesión del excapitán Torrijos que vinculaba al agente del Esmad Néstor Julio Rodríguez Rúa como el responsable de lo sucedido años atrás. En el 2019, Rodríguez llegó a un preacuerdo con la Fiscalía con el que aceptaba haber disparado contra Nicolás, pero sin intención de matarlo pero la Corte Suprema de Justicia lo tumbó recordando que la Fiscalía no podía acordar una rebaja de pena y un cambio de los cargos que se le imputaron a Rodríguez Rúa porque la víctima era menor de edad.
Finalmente, se hizo justicia en enero de 2021 cuando Rodríguez fue acusado de homicidio. Hoy, 16 años después fue sentenciado a 17 años de prisión.