Ante la poca información de los medios de comunicación sobre lo que fue la temporada taurina en sí de la ciudad de Bogotá, ya que solamente fue importante destacar los acontecimientos que se dieron en virtud de los anti taurinos en las afueras de la plaza y no en lo acontecido al interior de ella que era el objeto para los aficionados a la fiesta brava.
En primera instancia analizaré los que fueron los encierros de las cinco corridas y la novillada; pese al corto tiempo que la Corporación tuvo para la organización de los eventos los cinco encierros y el de la novillada estuvieron a la altura de encierros escogidos con anterioridad, y mostraron casta, bravura y nobleza todos en general destacándose el encierro de Mondoñedo el cual califico como el más completo de los últimos veinte años. Un toro indultado, otro con vuelta al ruedo, tres aplaudidos en el arrastre dan cuenta del extraordinario encierro que enviaron los donadores del terreno donde hoy se levanta la Santamaría, terrenos que fueron donados por la familia Santamaría con destinación específica la construcción de la plaza de toros de Bogotá.
Tal vez podríamos decir que los toros de la primera tarde correspondieron al estilo y figura de los que acostumbramos a ver en la feria de Manizales, pequeñines y de cabeza chica, a los que hay que cuidar en las varas pero que embistieron, en las demás tardes los astados estuvieron con su peso reglamentario con fuerza, bravura y algunos con más o menos nobleza pero en general aceptables.
La asistencia de los aficionados estuvo enmarcada dentro de los carteles, lleno la primera tarde, más de tres cuarto de plaza en la segunda, tres cuartos de plaza en la cuarta que eran los carteles en los cuales la afición conocía a los protagonistas cabe decir el Juli en la primera, Roca Rey, Pablo Hermoso de Mendoza en la segunda, Sebastián Castella y Roca Rey nuevamente en la cuarta y ningún conocimiento de los diestros que lidiaron los astados de Mondoñedo pero quienes estuvieron a la altura, indudablemente los hechos de violencia presentados en la primera tarde y la bomba de la última corrida fueron obstáculo para unas mejores entradas, sin embargo, hay un hecho de resaltar los toros no corresponden a una generación de los años 60´,70´ u 80´ exclusivamente todas las tardes se vio en la plaza una gran asistencia de jóvenes tanto que me atrevería a decir que en un 40% de los asistentes estaba por debajo de los 30 años lo cual es una esperanza para indicar que la fiesta brava tiene sus raíces.
Ahora bien en cuanto a las faenas, José Garrido un desconocido torero en Colombia en sus dos toros ejecuto sendas faenas en las que parar, templar y mandar constituyen las delicias de los asistentes esos “oles” profundos se sintieron como en aquellas épocas cuando su majestad el Biti hacia las delicias de los aficionados así llego al indulto; Sebastián Castella y su ya conocida forma de temple y mando también estuvieron presentes al punto que la presidencia se ganó una rechifla al negar las orejas que el público pidió en su segundo ejemplar, también hubo el deleite en el que Pablo Hermoso de Mendoza volvió a demostrar el dominio de sus jacas toreras. El valor y la juventud de Roca Rey lo están convirtiendo en ídolo de Bogotá en la última tarde sorprendente el temple y mando con que Rances lidio el sexto de la tarde al cual le cortó dos orejas.
En términos generales fue una importante temporada donde el público asistentes se divirtió esta vez sin poder salir a sus remates tradicionales dadas las circunstancias de orden público ahora esperamos que los toros no sean un instrumento de consecución de votos y que el proyecto de ley anunciado por el Ministro del Interior Juan Fernando Cristo así como el presentado anteriormente se unifique como es el procedimiento parlamentario y que adicionalmente se tenga una discusión amplia no solamente con los que se han denominado “animalistas” si no también con todos aquellos que se han perjudicado y saldrían perjudicados con la eliminación de las corridas, caso Bogotá según la Corporación Taurina entrego al Distrito más de dos mil millones de pesos que estarían destinados a proyectos de cultura y demás o como en el caso de Medellín y Manizales que se entregan a hospitales públicos.
Mientras tanto el año entrante esperamos tener una temporada no solo en Bogotá si no en las distintas ferias del país en la certeza de que somos una minoría pero no ni asesinos, ni hampones como nos quieren hacer ver somos unas personas que acudimos a un espectáculo que nos apasiona y que se encuentra respaldado por la ley y por los distintos fallos de la Corte Constitucional.