La televisión es mejor que el cine
Opinión

La televisión es mejor que el cine

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septiembre 26, 2013
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Somos afortunados señores, asistimos a un hecho histórico. Ya no tenemos que envidiar a toda esa gente que vivió en la década de los cincuenta y asistía cada ocho días a las salas de cine a ver una de Capra, Fuller o Hitchcock. Se nos acabó la nostalgia sesentera de esperar el último Godard en la cartelera local. Somos contemporáneos de la edad de oro de las historias, porque sesenta años después de su invención la televisión ha logrado por fin crear un lenguaje propio y ha demostrado que es un medio narrativo aún más eficaz que el cine.

Si Shakespeare viviera escribiría series de televisión. No les quepa ninguna duda.

Breaking Bad.  Foto blogs.infobae.com - La televisión es mejor que el cine

Breaking Bad. Foto blogs.infobae.com

Con la televisión tienes a tu disposición 150 horas para contar una historia. No hay límites. Usando este medio puedes desarrollar un personaje y convertirlo en un homúnculo. La obsesión por crear vida que tenía Judá León en Praga se ha hecho realidad gracias a las series. A mí que no me digan que Vince Guilligam no creó en Walter White un ser de carne y hueso. Heisenberg existe, me ha acompañado durante cuatro largos años, he visto su deterioro físico y moral, se ha corrompido ante nuestros ojos y aun así lo amamos y queremos que vuelva a la ciudad, si es posible con un rifle, dispuesto a llevarse por delante a los nazis que ahora distribuyen y controlan su producto azul.

Mad Men. Foto artofmadmen wordpress.com - La televisión es mejor que el cine

Mad Men. Foto artofmadmen wordpress.com

Qué dudas tienen que Don Draper no habita una lujosa oficina en la Quinta Avenida y no seduce con su voz y su magnetismo a todas las mujeres del lugar. Lo mismo sucede con esa horda de humanos que se resisten a sucumbir al holocausto zombie surgido de la mente de Glenn Mazzara y proyectado desde hace dos años en un canal llamado AMC. Lo mismo podría aplicarse con Sheldon Cooper, David Brent o Alan Harper, ellos están ahí cada noche para acompañarte y ayudarte a sobrellevar lo miserable que puede ser la vida.

The Walking Dead. Foto www.chris-videncia-gratuita.com - La televisión es mejor que el cine

The Walking Dead. Foto www.chris-videncia-gratuita.com

En el cine estás limitado a un par de horas y no hay tiempo para los tiempos muertos. Puedes llorar a un personaje muy querido que muera en una película pero no te quedará el hueco en el alma como cuando hace un par de noches un asesino le arrancó la vida a un personaje que nos había acompañado durante años. La sensación es bastante extraña. No lloras sino que te quedas mudo, te levantas de donde estás sentado y sin parpadear entiendes que nunca más lo volverás a ver. No lloras, la buena televisión no juega con tus sentimientos sino con tu inconsciente, allí estás en la mitad de la noche escuchando todavía el ruido seco de la pistola, el aleteo de los pájaros del desierto escondiéndose de la muerte.

No hay una sola película en el triste cine de nuestros días que se acerque a la perfección de lo que para mí son las tres series más importantes jamás hechas: Breaking Bad, Mad Men y The Walking Dead. No hay. Por culpa de estas series cada vez soy más reticente a ir a cine. La manera de narrar ha cambiado. En la televisión hay tiempo y espacio, en el cine ya no lo hay. Es así de sencillo. Al cine le queda como única arma el espectáculo, sus dimensiones, sus efectos. Pero a nivel de calidad la televisión hace rato lo viene superando.

Esto no es un fenómeno nuevo. A finales de los ochenta en Alemania comenzaron a explorarse las ventajas narrativas que podía tener la televisión. En 18 capítulos Fassbinder adaptó la ininteligible novela de Alfred Doblin Berlín Alexanderplatz con buenos réditos en cuanto a teleaudiencia. Lo mismo le sucedió a principios de la década del ochenta a Edgar Reitz con su Heimat. El fenómeno pasa de ser exclusivo de Alemania para viajar a Estados Unidos y allí en 1993 David Lynch, otro hombre de cine, cuenta en dos temporadas los extraños sucesos que ocurren en Twin Peaks.

Pero hasta ese momento eran simples hechos aislados y uno podía sorprenderse de que estos directores tan prestigiosos incursionaran en las pestilentes aguas televisivas. El fenómeno cambia, creo yo, con Los soprano. Entonces a mediados de la década pasada salen al aire series que no necesariamente fueron muy vistas pero que si se convirtieron rápidamente en objetos de culto. The Wire es una de ellas. No he visto un solo capítulo, en Internet han sacado todos, pero he conocido fanáticos que pueden hablar toda la noche de lo que esa serie les produce, porque series como The Wire se ven una y mil veces. Si alguien la tiene o conoce alguna página para verla en línea por favor háganmelo saber.

Seinfeld. Foto www. aarp.org - La televisión es mejor que el cine

Seinfeld. Foto www. aarp.org

La revolución no solo se dio en las series dramáticas sino que las sit-com cambiaron. Este cambio comienza a suceder, qué duda cabe, cuando se encuentran Larry David y Jerry Seinfeld y deciden hacer una serie sobre nada. Sí, claro, en los noventa se seguían haciendo tonterías como Friends o 90610 o no recuerdo bien como era el número, pero Seinfeld cambió la historia de la televisión.

En Inglaterra los dos genios más importantes del humor desde Monty Phyton, Ricky Gervais y David Merchant crean a David Brent, el jefe idiota de The office. Humor demoledor y sin contemplaciones. Humor para vomitar de la náusea. Claro que las comedias de Gervais molestan, ¿no ven que esos personajes se parecen a uno?

En el 2003 Chuck Lorre lanza Two and a halfman y descubrimos que la televisión puede ser un buen refugio para los ídolos del cine. Charlie Sheen demuestra que puede volver a ser una estrella haciendo de él mismo en una serie. Pero la máxima creación de Lorre ha sido The big bang theory, los nerds de todo el mundo le estamos eternamente agradecidos por habernos puesto de moda. ¿Quién iba a pensar que en el siglo XXI iba a ser cool ser un nerdito?

Y todo eso desemboca como no en las tres series más importantes jamás hechas. Lo único que tienen en común es el canal que las emite, AMC, que se caracteriza por darles plena libertad a sus escritores. Es decir, en Breaking Bad por ejemplo no va a suceder lo que pasó con Lost cuando en una decisión movida por la codicia sacaron el estúpido concurso ese de que fuera un espectador el que escribiera el capítulo final de la serie. No, acá lo que quiere el público no importa. La televisión ha dejado de ser de los televidentes  y de las efímeras estrellitas de pantalla chica. No, la pantalla chica ahora es territorio de los escritores, ellos son los que mandan, los que exigen, los que tienen todo el derecho de marcar el derrotero de la historia que narran.

Así que fans de Walter White, no hay nada que temer, lo más seguro es que algo se nos va partir por dentro en el capítulo final, pero no va a haber ningún tipo de decepción. Los tres últimos capítulos han sido lo mejor de la serie. Es increíble pero Breaking Bad nunca tocó techo y desde ya advierten que el final será apoteósico, sublime e inolvidable.

Este fenómeno que parecía exclusivo de AMC ahora ha sido abordado por Netflix. Con House of cards están demostrando que lo pueden conseguir. Solo el hecho de que el gran David Fincher haya desarrollado esta sátira política protagonizada por Kevin Spacey (nada más y nada menos) da para esperar más de este canal de Internet. Sus proyectos Arrested development, The orange is the new black y sobre todo la sorprendente Derek, el nuevo proyecto de Ricky Gervais, demuestran que este espacio en Internet ha entendido perfectamente cuál es el futuro de las historias, de las comedias. Hay una buena parte de la población mundial que está cansada de ser manipulada y exige y quiere ver buenas historias. La ventaja de Netflix con respecto a los demás canales es que saca la temporada entera y no tienes que esperar cada ocho días para ver sus capítulos.

A falta de un capítulo para el final de Breaking Bad la televisión confirma que no solo está al nivel del cine sino que ya lo ha superado. Mientras pagas una entrada para que una serie de efectos especiales te deslumbren y unas gafas oscuras te despierten la migraña, en el plasma de tu casa se esconden infinidad de historias de personajes que se parecen a ti, a la gente de la vida real, amigos que te acompañarán durante varios años, sufrirás con ellos, pensarás en ellos. Entenderás que los intentos del Rabino Judá León por crear un hombre de la nada no fueron en vano.

Las series de televisión actuales son capaces de crear vida.

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