Era 1997, y en Colombia —como en el resto del mundo— se esperaba con expectativa lo que para entonces era un lujo para pocos: la más reciente innovación en videojuegos (las maquinitas o el atari, como se le decía entonces).
En ese año, el mundo asistía a la trágica muerte de Diana de Gales huyendo de los paparazzi, se hablaba de clonación animal (haciendo de la ciencia ficción una realidad) y en Colombia se cumplían 3 años de Samper aferrado al poder. La siempre innovadora empresa japonesa Nintendo ya tenía colonizado medio mundo con esos aparatos que empezaron a ser cada vez más comunes en las casas de los amigos y familiares. La firma ya contaba por entonces con tres apuestas de consolas, cada una más visionaria que la anterior: luego de una primaria apuesta de 1977 (la Color TV-Game) y de las siguientes (la NES, de 1983 y la Super Nintendo, de 1990) era momento de dar un salto cualitativo.
En el primer trimestre de ese año llegó la esperada novedad a Europa y posteriormente a Latinoamérica: la Nintendo 64. Esta consola mejoraba la jugabilidad, permitía vivir una experiencia de juego en entornos tridimensionales (dominar el control de la perspectiva) y por si fuera poco, incluía una función de vibración que se sentía en la manos gracias a un aparato que se agregaba al mando (o control).
Hay que aclarar que para entonces Nintendo tenía una fuerte competidora en el creciente mundo de los videojuegos: Sony (con su consola Playstation, lanzada dos años antes). Y decir también que ya la 'Play' se ufanaba de tener gráficos en tercera dimensión; sin embargo, muchos recordarán lo extraño que era controlar a los jugadores cabecicuadrados en Winning Eleven (videojuego de fútbol), que si bien era un tremendo adelanto, no se ajustaba por completo a las tres dimensiones acabadas de nuestro mundo real.
Luego, juegos de la Nintendo 64 como el recordado GoldenEye 007 mejorarían sustancialmente esta sensación de realidad; esto se debe a que la creación de Nintendo tenía una arquitectura 3D de 64 bits, y que a comparación de los 32 bits —de la apuesta de la Play Station— los detalles permitían una experiencia más cercana a la realidad.
Todas estas innovaciones tuvieron su increíble debut con el juego que desde entonces se convirtió en un clásico: Super Mario 64, el primero Mario 3D de la historia y el título que sentó las bases de muchos de los juegos que vendrían a partir de entonces. A ese se sumó The Legend of Zelda: Ocarina of Time, para muchos el mejor videojuego hasta hoy. Por supuesto que en Colombia comprar una de estas consolas era casi imposible, pues su precio elevado las convertía en el deseo eterno de muchos que tuvieron que esperar un buen tiempo.
Como todo en el mundo de la tecnología se mueve a otras velocidades, llegarían prontamente nuevas marcas competidoras, títulos y experiencias. En todo caso, hace 25 años la guerra de innovación y creatividad trajo a Colombia una maquinita que acompañó a algunos y deslumbró a todos, y que durante su periodo de vida (dada desde la compañía japonesa) vendió cerca de 33 millones de unidades, la misma cantidad como para haberle dado una Nintendo 64 a cada habitante de Colombia, justo en ese año en que se acercaba al fin de siglo.